Cuando Averroes murió en Marraquech, pusieron el ataúd con su cuerpo en una acémila y como contrapeso en el otro lado, los libros que había escrito el gran filósofo. Así lo llevaron hasta Cordoba, la ciudad que lo vio nacer. El peso de sus obras servía de contrapeso al de su ya decrépito cuerpo.
"Estaba yo allí parado y dije para mis adentros: a un lado va el maestro y al otro van sus libros. Más dime: sus anhelos ¿viéronse al fin cumplidos?"
Esto escribió Ibn Arabi (filosofo andalusí nacido en Murcia en 1165).
"Somos de condición deleznable y tenemos que morir...
Fuimos soles del cielo de la grandeza,
subimos, y lloraron por nosotros los horizontes,
fuimos grandes y nos convertimos en huesos...
!cuántos han sido llevados a la tumba desnudos
y habían tenido las arcas llenas de vestidos!"
Ibn al-Jatib, filósofo nacido en Loja (Granada), algunos de sus poemas decoran la Alhambra de Granada, escribió este desde la cárcel de Fez de la que no habría de salir.
Los libros que sirvieron de contrapeso a Averroes; sus tratados filosóficos, sus escritos médicos y astronómicos se difundieron entre musulmanes, judíos y cristianos. Sin embargo, parte de su obra se ha perdido, quedaron algunos escritos, quedo la importancia de su sabiduría.
Al-Andalus para algunos fue un lugar paradisíaco, de jardines frondosos, hombres sabios y bellas mujeres; para otros solo una invasión. Aquí en un principio, la ciencia estuvo en manos de los mozárabes (cristianos arabizados) pero en el siglo IX comenzó la "ciencia andalusí", que se impulsó desde Cordoba un siglo después.
Estos grandes pensadores, concebían la medicina de forma semejante a sus predecesores griegos. Una única ciencia que incluye botánica, farmacología, higiene, etc; y que tenían como objetivo el conocimiento del cuerpo humano.
Según algunos historiadores, de todos los personajes originarios de la península Ibérica, Averroes es quien más influjo ha ejercido a lo largo de la historia del pensamiento humano.
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