DERMATITIS PERIORAL

El día en que el circo llegó a la ciudad, era invierno, fuera hacía un frío que calaba hasta los huesos y las manos y las mejillas se le congelaron inmediatamente. En aquella ciudad soplaba un viento helado y húmedo que hacía que a menudo deseara mudarse a un lugar más cálido. Caminaba junto a su madre, con una palmera que acababa de comprar, las hojas puntiagudas le pinchaban la cara. Se sentía patética abrazada a aquella planta llena de pinchos intentando entrar en calor.

“Quiero irme al sur, a un lugar donde no me ardan la cara y los labios seis meses al año.” “Mira hija, el mundo no existe sólo para ti, la cantidad de cosas buenas o amargas que te sucedan, no variarán aunque cambies de lugar.”

Intentaba ir deprisa usando la planta para taparse la cara que le ardía, deseaba no sentir vergüenza y poder ir por la calle con una sonrisa radiante y despreocupada.

Esa mañana le había dicho a su madre: “Quiero algo vivo en mi habitación. Algo que tenga vida, que tenga relación con el sol. Una planta… sí, una planta.” No conocía plantas como el ficus o un cactus y compró una palmera de piña porque le parecía que era de algún país del sur.

El eczema que tenía alrededor de la boca la traía de cabeza, cada invierno igual, pero esa tarde no se quedó encerrada, se fue a ver la función del circo. El chico que les había vendido las entradas, era el mismo que las acomodó en su sitio y que no podía despegar la vista de ella.

El quedó locamente obsesionado por su piel de leche, su cabello dorado, los hoyuelos que se formaban en sus mejillas, su cuello perfecto y sus redondos brazos de valkiria. Durante los días siguientes, el pobre muchacho puso todo su empeño al servicio de su obsesión y tanto le habló de sus viajes por el sur y tantos fragmentos de libros le leyó, que ella, mujer al fin, acepto su invitación para irse con él. Aquel viaje, le ofrecía una solución romántica y practica a la vez, al fin alguien que la sacaría de allí, nada existía ya en este mundo sino aquel viaje.

En la dermatitis perioral, aparece un eczema con descamación y picor alrededor de la boca, en ocasiones también granos y pequeñas ampollas. Suele aparecer poco a poco y va empeorando hasta inflamarse mucho y ser doloroso. Puede extenderse a la barbilla y los lados de la nariz. Se confunde muchas veces con el acne, la rosácea y el eczema seborreico, por lo que el diagnóstico debe hacerlo el médico.

Es un problema frecuente y difícil de tratar, no sabemos exactamente porque se produce. Se ha relacionado con la exposición a fluoruros y otras sustancias contenidas en las pastas de dientes, también con el uso de corticoides de potencia elevada. Y con cremas de excipientes muy oclusivos. Es más frecuente en los atópicos.

En el tratamiento de la dermatitis perioral, se usan las tetraciclinas vía oral durante periodos prolongados de tiempo, para evitar la recaída.

El tratamiento tópico ayuda a un alivio rápido, se utilizan: antimicrobianos como eritromicina y metronidazol y antifúngicos como ketoconazol o clotrimazol.

En ocasiones es necesario usar un corticoide no halogenado durante periodos cortos, sobre todo si lo han estado usando antes durante mucho tiempo para evitar un efecto de rebote.

Todos los tratamientos tópicos, excepto el corticoide, deben mantenerse varios meses después de la mejoría para evitar recaídas.

En el mantenimiento, usar productos de limpieza calmantes e hidratantes con piritiona de zinc para evitar el sobrecrecimiento de algunos hongos y como calmantes.

“Si lo quieres hacer, simplemente pregunta:

¿Por qué mañana?

¿Por qué no ahora?

¿Para qué posponer?

Posponer es, la mayoría de las veces, un truco de la mente para responsabilizar al tiempo por lo que uno no se decide a encarar…”