sábado, 5 de febrero de 2011

NADA ES LO QUE PARECE

“Lo único que poseemos los seres humanos con un grado razonable de certeza es nuestro cuerpo, la materia de carne y hueso que da forma a nuestro ser”.

Esperanza tenía 64 años; el primer día que acudió a mi consulta, no nos entendimos muy bien. Se quejaba de picores por todo el cuerpo, se mostraba irritada, con una actitud general que resultaba desagradable. Hablaba de sus síntomas con exageración con expresiones como “terrible”, “enorme”. Se señalaba la boca diciendo que le ardía y no la dejaba dormir. Yo sólo pude ver lesiones de rascado pero ninguna lesión elemental que delatase la existencia de una enfermedad dermatológica.

No me dejaba explorarla, no paraba de quejarse por todo y se rascaba continuamente. Con las prisas propias de la consulta, le pedí analíticas y le receté un antihistamínico y una emulsión hidratante, ya que lo único que yo podía ver era una piel seca.

Al cabo de unas semanas la vi de nuevo, sus análisis eran los propios de una persona de su edad, nada destacable que justificara su picor. En aquel intervalo de tiempo, había acudido a otros dermatologos, incluso traía el informe de una biópsia de piel. Venía acompañada por un chico de unos 22 años de barba larga y mirada perdida, que permaneció callado durante el tiempo que duró la consulta.

Ese día la deje tranquilamente que se quejase por todo, permanecí callada escuchándola, Pero cuando le pregunte por su familia; una cascada de conflictos a presión que pugnaban por salir hizo que se derrumbase y empezó a llorar.

Esperanza y su marido no habían tenido hijos, pero hacía casi 20 años se mudaron de piso y conocieron a un matrimonio con dos niños, a los que les tomaron mucho cariño, se hicieron inseparables. Aquel matrimonio falleció, dejando a sus dos hijos, de 22 y 23 años y con problemas psiquiátricos, a cargo de Esperanza y su marido. Poco después también murió el marido de Esperanza.

Entre sollozos me describió las noches en vela cuando le diagnosticaron al mayor de ellos una esquizofrenia que le había impedido continuar sus estudios de derecho, o cuando el menor le dijo que no merecía la pena seguir viviendo.

El paciente que te describe sus síntomas, rara vez tiene conocimientos de medicina y es difícil para los no psiquiatras, considerar los aspectos psicológicos y psiquiátricos de muchos síntomas.


Cuando un paciente no sabe precisar bien sus síntomas o explica “cosas raras” que no esta uno acostumbrado a oír en otros enfermos que consultan por la misma dermatosis, debemos sospechar un estado más o menos encubierto de depresión.

El cuerpo y la mente están intimamente relacionados, de forma inconsciente a través del sistema nervioso vegetativo y del sistema endocrino. El eje Hipotalamo-Hipofisario-Suprarrenal controla y regula el funcionamiento automático de los órganos del cuerpo.

Para entender el cuerpo humano es necesario entender la mente. Los errores son una excelente oportunidad para aprender y mejorar.

4 comentarios:

  1. Los errores y la incertidumbre forman parte de nuestro trabajo. Sé que a todos nos cuesta asimilar errores, pero debemos verlo como algo posible. La medicina es incertidumbre en sí misma, y debemos acostumbrarnos, médicos y pacientes, a que sin aceptar ese grado de incertidumbre, nuestro oficio sería imposible. He ahí quizá lo bonito de nuestra profesión, porque si no hubiese intertidumbre, ya existirían robots u ordenadores que nos sustituirían. Y cierto menta y cuerpo, alma y cuerpo, como dirían los clásicos, van de la mano.

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  2. Y a veces, no puedes hacer nada .... a mi es lo que más me cuesta aceptar.

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  3. Soy consciente de la importancia de la somatización, pero ¿Hastaque punto pueden causar dolores, picores, y otros síntomas?

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  4. La relación mente-cuerpo es muy estrecha, creo que te voy a contestar con otro post :)

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