“Ahí llega, ahí llega. A ver como va hoy”. “Si, hoy le toca a ella, ¿qué se habrá puesto?” Risas entrecortadas, codazos.
Se abre la puerta del aula y hace su aparición. Esplendida, la mirada grave, el andar seguro, taconeando con fuerza. Viste un traje estampado impecable, con alegres flores de vivos colores y en la mano derecha un paraguas a juego con el traje. Los mira a todos a la cara y saluda: “Buenos días, la primavera ha llegado”.
Con gestos controlados, algo rígidos, como si estuviera en una coreografía, se vuelve hacia el encerado. Sabe que todos la miran, coge la tiza y escribe: TRATAMIENTO SISTÉMICO DE LA PSORIASIS. Lo subraya con fuerza, para que la tiza produzca un sonido chirriante, carraspea y comienza el espectáculo.
Dirige su atención a un muchacho flaco, despeinado, serio, con aspecto de rebelde inconformista, el típico al que todos colocan el cartel de bicho raro. “Usted, el de la cuarta fila ¿en qué está pensando?”. “En nada”. “Eso es imposible, nuestra mente nunca esta parada, ni siquiera cuando dormimos”.
Con un gesto exageradamente coqueto, se retira la larga melena rubia de los hombros y les da la espalda a todos. “Aunque no lo parezca, llevo unos cuantos años viendo pacientes y recuerdo cuando aparecieron los primeros retinoides para el tratamiento de la psoriasis. Durante mucho tiempo fueron la única alternativa frente al metotrexato. Sin embargo, hoy nos encontramos con un gran abanico de posibilidades y tenemos que escoger”.
“¿Tienen ustedes las ideas claras sobre cuándo y cómo elegir un tratamiento sistémico?”. Dirige de nuevo su mirada hacia el pobre estudiante de la cuarta fila que a estas alturas se ha ido hundiendo en la silla y al que sólo se le ve la parte superior de la cabeza.
“¿Cuándo usaríamos un tratamiento sistémico en la psoriasis?”. El chico se incorpora y contesta rápido. “Cuando no responde al tratamiento tópico”. “Bien, ¿y en qué situaciones suele ocurrir?”. Cara de póker, se encoge de hombros. Algunos compañeros levantan las manos para contestar, ella los ignora, hoy tiene toda su atención centrada en él.
“Yo se lo diré, esto ocurre casi siempre que la psoriasis afecta a áreas muy extensas. Pero existen otras situaciones en las que estaría indicado el tratamiento sistémico; por ejemplo, cuando se afectan zonas visibles, aunque sean superficies pequeñas y no graves, como la cara y las manos, ya que causa limitaciones funcionales. Es importante conocer la gravedad percibida, es decir, cómo vive el paciente su situación. En ocasiones, pacientes con un psoriasis moderado a grave, deciden hacer sólo tratamiento tópico porque no les causa problemas en su vida diaria. En otros casos, a la hora de elegir un tratamiento, influye el contexto personal y social del paciente, la edad, la época del año...”
“¿Qué sistémicos conoce usted?”. El chico se siente atrapado en una tormenta en medio de aguas revueltas, no le cabe duda de que está montando su espectáculo a costa de él, es una sátira burlona. Le recuerda sus actuaciones con la tuna, las letras de las canciones que se inventan después de una noche de borrachera, desenfadadas, llenas de humor y chispa burlándose de todo; así es el tono de sus preguntas. “Ahora viene lo difícil”.
Pero ella ya no espera a que responda. “Además del etretinato, están el metotrexato, el PUVA y la ciclosporina, y en los últimos años, los biológicos.
Existen limitaciones al tratamiento sistémico convencional por la posibilidad de toxicidad acumulada, por lo que tenemos estrategias; como hacer un tratamiento combinado, rotatorio o pulsátil. Y cuando las contraindicaciones o la toxicidad acumulada impide seguir usándolos, se usan los biológicos, que representan una salida de emergencia en estas situaciones.
Actualmente se ha propuesto el uso de los biológicos de forma “programada”, es decir, usarlos antes de que los clásicos hayan alcanzado sus dosis máximas, sobre todo en pacientes jóvenes para no hipotecar sus posibilidades de tratamiento en el futuro. Otros abogan por usarlos como tratamientos de primera línea y en algunos casos, los pacientes los reclaman aún en psoriasis moderadas al conocer que son “algo nuevo”. Hay que saber encontrar el término justo en su uso, dado su elevado precio y la experiencia todavía limitada. De todo esto debe hacerse participe al paciente, para que sea consciente de que no le vamos a dar un tratamiento cualquiera y se implique en la decisión y el correcto cumplimiento de las pautas”.
Se pasa la tarde fumando y charlando con sus amigos, no tiene ganas de volver a casa. Abre el portal, al principio siente punzadas pequeños golpes de miedo ante la idea de encontrarse con ella, pero casi sin darse cuenta se descubre saliendo del ascensor y dirigiéndose a la cocina, una relajante melodía y el delicioso olor de la cena le llevan en volandas. Se arma de valor. “¿Por qué me has hecho esto?”, empieza a hablar casi con ira. “¿Es porque he decidido aceptar la propuesta de mi novia para compartir su piso?”. Ella se vuelve haciendo ondear su melena impecable y mostrándole su sonrisa perfecta. “Yo en tu lugar estudiaría un poco más, hijo”.
¡Qué horror tu madre tu profa! .... estupenda menera de contar las cosas
ResponderEliminar