Estaba leyendo de nuevo La Insoportable Levedad del Ser, en mi rincón favorito de la terraza donde desayuno los días festivos, cuando una chica de entre 17 y 18 años, hija de una amiga, se acercó a saludarme...
“Ese libro me encanta… pero… ¿no crees que convertirse en adulto es terrible?”
Levanté los ojos del libro, la miré y dije “¿Qué te preocupa?”
Entonces, me explico su particular filosofía de la vida en un tono cantarín...
“Tengo muchas dudas sobre lo que voy a hacer a partir de ahora, me asusta llegar a la madurez sin saber qué es realmente lo importante… Veo que tu eres feliz en tu trabajo, que estas satisfecha. Has tenido suerte ¿no crees?”
Envuelta en el sol del levante iba doblando y desdoblando una servilleta con sus manos delgadas y el anillo del arco iris parecía brillar con una luz cálida alrededor de su silueta.
“Ese libro me encanta… pero… ¿no crees que convertirse en adulto es terrible?”
Levanté los ojos del libro, la miré y dije “¿Qué te preocupa?”
Entonces, me explico su particular filosofía de la vida en un tono cantarín...
“Tengo muchas dudas sobre lo que voy a hacer a partir de ahora, me asusta llegar a la madurez sin saber qué es realmente lo importante… Veo que tu eres feliz en tu trabajo, que estas satisfecha. Has tenido suerte ¿no crees?”
Envuelta en el sol del levante iba doblando y desdoblando una servilleta con sus manos delgadas y el anillo del arco iris parecía brillar con una luz cálida alrededor de su silueta.
Yo me incorporé decidida a escucharla.
Con ojos ansiosos y honestos me fue haciendo una pregunta detrás de otra a las que fui contestando lo mejor que pude, quería aconsejarla pero sin interferir en su voluntad. Después nos despedimos y cada una siguió su camino. De regreso a casa me di cuenta de que a estas alturas de mi vida, había muchas cosas que me habría gustado que alguien me hubiera contado a su edad.
Que me dijeran que…
No es malo cometer errores, que se aprende mucho de ellos…
Que eligiera en función de mis intereses y valores, no de los de los demás…
Que si inviertes en ti mismo nunca puedes perder y siempre tendrás control sobre tu vida…
Que explorara continuamente nuevas ideas, experiencias y oportunidades, por encima de mis temores…
Que trabajara duro, pero con una visión clara, sin diluir mis esfuerzos…
Que los demás no pueden saber como me siento si no lo digo, que hay que comunicarse con los demás, hacer preguntas...
Que las situaciones, sean buenas o malas, siempre cambian y hay que estar preparado…
Que no hay que vivir para contentar a otros… pero que si hay que respetarlos y hacerlos sentirse bien…
Que no hay que emprender nada si no piensas hacerlo lo mejor posible…
No es malo cometer errores, que se aprende mucho de ellos…
Que eligiera en función de mis intereses y valores, no de los de los demás…
Que si inviertes en ti mismo nunca puedes perder y siempre tendrás control sobre tu vida…
Que explorara continuamente nuevas ideas, experiencias y oportunidades, por encima de mis temores…
Que trabajara duro, pero con una visión clara, sin diluir mis esfuerzos…
Que los demás no pueden saber como me siento si no lo digo, que hay que comunicarse con los demás, hacer preguntas...
Que las situaciones, sean buenas o malas, siempre cambian y hay que estar preparado…
Que no hay que vivir para contentar a otros… pero que si hay que respetarlos y hacerlos sentirse bien…
Que no hay que emprender nada si no piensas hacerlo lo mejor posible…
También me preguntó qué le parecía que estudiara medicina y una gran parte de mi quería decirle que estaba loca y que pensara en cómo iba a ser su vida en los próximos años. Primero estudiando unas ochenta horas a la semana y más adelante como residente trabajando y estudiando esas mismas horas a la semana por un sueldo irrisorio.
Estaba bastante segura de que tardaría mucho en rentabilizar tanto esfuerzo y dinero invertido. Nadie debería querer pasar tanto tiempo en un hospital.
Pero no, no estaba loca, porque después de seis años de carrera y cuatro de residencia se que hay algo que te engancha… la interacción humana, las oportunidades para pensar, para continuar aprendiendo, el saber que formas parte de algo que trasciende…
¿Y la estabilidad económica? No es una recompensa inmediata, por supuesto, pero puedes conseguirla. Hay una meta, que no un final, y no es tan terrible después de todo. Creo que esa meta, no es incompatible con tener una vida plena de la que puedes disfrutar.
Miro a mi alrededor, a la gente y lo que hace en su vida y veo que pocas cosas mas me apetecen hacer ahora, porque no hay muchos trabajos que te den esa recompensa intelectual y la oportunidad de tener control sobre tu tiempo y tu vida…
No se trata de echar cuentas y comprobar que a los treinta años sigues siendo estudiante, pasas más horas en el hospital que fuera de él y no ganas para pagarte una casa… siendo realista, no lo haces por dinero. Lo hice una vez y no se si volvería a hacerlo… pero hay algo que te engancha en esta forma de vida.
Comprendo su impulso y su ilusión, y no se la voy a quitar…
Querida yo con 18: Sobre todo ríe siempre que puedas, pide perdón cuando corresponda y deja ir lo que no puedas cambiar… La vida es corta pero increíble, disfruta del paseo.
Increible .... y es solo eso, un paseo ....
ResponderEliminarGuauuuu, me encanta.
ResponderEliminarprecioso :)
ResponderEliminarMe has hecho retroceder unos cuantos años.
ResponderEliminarA los 18 elegi que estudiaría medicina,nadie me aconsejó lo contrario (salvo mi abuelo, que siempre me dijo que me veía de maestra) y dos años después estaba tan despistada y desilusionada que hice caso al primero que me dijo :"Ven, por aqui hay otro camino y nuevas oportunidades. No tengas miedo al cambio, no te importe defraudar a quienes pusieron sus ilusiones en tí..escucha tu corazón..".
No me ha ido mal..pero es cierto que a los 17-18 andamos muy despistados.
"Que no hay que vivir para contentar a otros, sí hay que respetarlos y hacerlos sentirse bien." Magnífico.
ResponderEliminarCuando yo empecé medicina, me hubiera gustado creerme que iba a ser muy difícil. Porque hubo mucha gente que me lo dijo, pero como cualquier adolescente no les creí.
ResponderEliminarLlegas con la idea de que lo difícil es entrar cuando no es del todo así. O sea, entrar es difícil, porque hasta cierto punto es una cuestión de suerte. Pero parece que luego la carrera van a ser 6 años de ensueño, algo tipo Anatomía de Grey (con quirófanos y pijamas casi desde el principio). Así que, a la chica de 17-18 años que te encontraste yo le diría que:
- Va a tener que estudiar. Mucho. Va a tener que estudiar hasta el punto de quedarse dormida en la biblioteca o llorar en los pasillos.
- Va a conocer el suspenso. Antes o después, y cada vez le importará menos. Entenderá que si suspendes dando el 100% no es un fracaso, sino una señal de que hay que diversificar.
- Aprenderá muy bien a organizarse su tiempo y verá que días que empiezan a las 6 de la mañana con cadáveres acaban a las 6 de la mañana del día siguiente volviendo con las mismas ojeras a casa.
Yo sólo estoy en 2º, así que de relaciones humanas con el paciente no entiendo mucho. Tampoco sé si habrá algún obstáculo que me haga cambiar de opinión (esas cosas pequeñas que son las que al final te indisponen...) de momento, sigo tirando.
"... Trabajar duro, con una visión clara y sin diluir esfuerzos ...". Buena perspectiva.
ResponderEliminarGracias por pasaros por aquí y dejarme vuestra impresión, tanto de los que ya sois adultos experimentados como de ti la estudiante de 2º de medicina que empieza a recorrer este camino...
ResponderEliminarFeliz Año Nuevo y todos los que quedan por llegar.
Y que quieren oir nuestros chic@s de 18años? Que el camino es largo y lo importante es ir dando pasos? Me quedo con el consejo de no tener miedo a equivocarse y sonreir, sonreir tanto como sea posible. Vida sólo hay una y es para vivirla. Feliz 2012 Ma. José.
ResponderEliminarMe ha encantado esta entrada... acabo de hacer el MIR y siento que ahora si me toca elegir bien, esas cosas no me las dijeron a los 18, pero han venido bien a los 24¡
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