En esta profesión, hay ocasiones en las que sientes
que has hecho estallar una burbuja dentro de alguien. Que eres como un nubarrón
de tormenta que se esparce haciendo sombra y robando el color de la vida de una
persona.
Lo hacemos, sí… y no a propósito. Aún así, es una
sensación horrible.
No, nunca he encontrado placer, ni confort en el
dolor ni en el sufrimiento… ni mío, ni ajeno…
Esta historia empieza de una forma que parece
bastante simple. Un cáncer que había nacido en un lugar y que se traslada a
otro lugar. O mejor dicho a otros lugares. Y esos otros lugares hacían que mi
paciente se sintiera mal. Ninguno de los síntomas que padecía habían tenido
sentido hasta que finalmente se hizo una biopsia de una mancha que aparecía en
una de las múltiples pruebas.
Una pequeña aguja que se introduce y aspira una
pequeña porción de aquella insignificante mancha y los patólogos confirman lo
que todos esperábamos que no fuese: Cáncer.
No sólo cáncer, sino metástasis de Melanoma. Y ahí
entramos nosotros, para intentar buscar el tumor primario, para intentar hacer
algo…
A esas alturas, no era ningún secreto; En los
informes previos, se explicaba con gran detalle, utilizando varias veces
palabras como "paliativo" y "metastásico." Formas suaves,
asépticas, para decir "es poco probable que podamos curarlo" o “está
por todo el cuerpo", respectivamente.
Cuándo hablé con ellos por primera vez, creía que
el paciente y su familia lo sabían. No de la forma en que nosotros lo sabíamos,
pero que lo comprendían.
Que entendían que la quimioterapia que había estado
recibiendo no podía curarlo ya. Que el extirpar alguna de las metástasis era
para ayudarlo a respirar mejor o para bajar la carga tumoral.
Paliativo.
Entré a la habitación y dije “hola”. Su mujer se
levantó, yo hice el gesto de estrechar su mano, ella la cogió con fuerza, tiró
de mi y me abrazó. Su voz era
calida y acogedora, me gustó tanto que me quedé un buen rato escuchándola.
Charlamos de casi todo, construyendo una relación allí mismo, en esa habitación.
Sin darnos cuenta estábamos hablando de nuestros respectivos hijos, de cómo
pasaba el tiempo… yo le decía lo joven que parecía para ser abuela… ella
sonreía, él también.
"Parece que tolera bien el tratamiento"
Dije apoyando mi mano en el hombro de él. El la sujetó y asintió con la cabeza.
"Ni siquiera he tenido vómitos." Me decía
él, y su mujer le hizo un guiño.
"¿Cuánto tiempo llevan casados?" Tenía
que saberlo. Era de esa clase de amor que parece haber estado hirviendo a fuego
lento, burbujeando en la cocina durante tanto tiempo que todos los ingredientes
se han mezclado dando un sabor perfecto, y en el que ya no se pueden distinguir
los ingredientes.
Él sonrió a su esposa y ambos respondieron, “más de
lo que has vivido tu, hija." Y nos reímos porque parecía ensayado, como si
utilizasen esa respuesta a menudo.
Y todo iba muy bien y entonces vi la burbuja que volaba
alto, muy alto… hasta el techo de la habitación.
"¿Tienen alguna duda? ¿Necesitan algo?"
Les pregunté antes de salir. Era una pregunta simple, podría decirse que estándar.
La burbuja seguía flotando intentando abrirse
camino en el techo.
Se miraron de nuevo. “No, creo que no.” Dijo él.
“Yo sí.” Dijo ella. “¿Qué significa PALIATIVO? ¿Es
que el tratamiento es ahora más fuerte que antes?”
Yo tenía la esperanza de haber escuchado mal, de
que no fuese lo que me estaba imaginando.
Y entonces lo hice. Abrí la boca y comencé a
hablar, a dar explicaciones y me fui dando cuenta por su expresión del punto
exacto en el que se encontraban.
Ojala no lo hubiera hecho.
“¿Paliativo? Bueno ... vamos a ver ... eso
significa cuando... mmm ... bien, algo así como… Es cuando el tratamiento se
centra sólo en hacer que se sienta mejor, en calmar los síntomas."
“¿Y eso no es lo que hacen todos los tratamientos?”
Preguntó eso inocentemente, mientras yo veía la burbuja
acercándose al quicio de la ventana.
“…a veces, si el cáncer se detecta muy pronto o antes
de que se extienda a otro lugar, se puede administrar quimioterapia o realizar
una cirugía o radiación para hacer que desaparezca para siempre. Pero otras
veces si está ya en otros órganos, o avanzado, la quimioterapia lo que hace es
solamente, disminuir el ritmo de crecimiento y ayudarle a sentirse mejor. . .
eso es lo que significa.”
"Creo que no lo entiendo."
Y la forma en que lo dijo, me hizo comprender que
mis próximas palabras serían el alfiler que haría estallar su burbuja.
"Piense en el cáncer como un tren que hay que
detener. La mejor manera de detener el tren es antes de que salga de la
estación. Los tratamientos funcionan mejor si se usan antes incluso de que el
conductor del tren arranque.”
“Pero a veces el tren ya ha salido de la estación y
ha llegado a lugares que no queremos que vaya. Eso ocurre cuando el cáncer se
ha diseminado a otras partes del cuerpo. Así que los tratamientos se usan para
frenar el tren a pesar de que probablemente no se puede detener. Los
medicamentos en esta caso son para disminuir los síntomas que hacen sentir mal."
Entonces fue cuando lo escuché, cómo explotaba la
burbuja, cómo descarrilaba ese tren...
El resto de la escena fue triste.
Esa pareja que llevaba unida más años de los que yo
había vivido, se estaba enterando de que sus días juntos estaban contados. Y no
sólo en el sentido teórico que todos sabemos. No, en un sentido más profundo,
más doloroso e implacable.
A ambas se nos saltaron las lagrimas… yo me retiré
con el corazón en un puño.
He vivido la escena de este relato contigo. He sentido tu angustia, tu desesperación, tu porqué a ellos?.... Me encanta como desgranas cada sentimiento transformándolo en metáforas comprensibles para todos.
ResponderEliminarLa burbuja que se estalló en ese instante, en esa habitación, ha extendido sus emociones por ti y por todos los que como yo, leeremos este relato. Sin saberlo, ese matrimonio se ha convertido en parte de nosotros por aportarnos la sabiduría de lo que es vivir.
Yo soy estudiante de enfermería y de cada paciente que puedo, escucho sus vivencias, sus angustias y sus historias. Entre todos dan un toque de color distinto a como veo mi vida y la de los demás. Gracias por tu relato, me ha emocionado de verdad.
la burbuja/nube que propiciaste fue la luz que les dio la oportunidad de despedirse debidamente. En ocasiones la vida nos da estos "regalitos" de hacernos pensar que tenemos la culpa de las cosas desagradables/negativas que suceden a nuestro alrededor, aun y cuando no tenemos culpa de nada. Y dentro de un entorno sanitario esta sensación se debe multiplicar por mil, y supongo que uno/a se acaba acostumbrando tarde o temprano. E imagino que lo importante es aprender a que no te afecte negativamente, sin llegar al otro extremo en el que no te importe lo más mínimo. Gracias por compartir esta historia tan humana.
ResponderEliminarCon los pelos de punta desde que empecé el relato, y con las lágrimas a punto de salir cuando lo terminé. Habrá veces que tocará dar malas noticias, pero espero hacerlo de manera tan humana, delicada, cariñosa y entendible como tú lo hiciste...
ResponderEliminarQué difícil tiene que ser ser una buena médico... Ganas no me faltan!
Vaya... un relato sobrecogedor... un día a día que pocos nos cuentan. Comparto mucho tu opinión, a veces incluso los pacientes pueden sentir que el médico es el causante por esa rotura de burbuja que dices. El buen trato médico-paciente que les brindaste les consuela, y les consolará, seguro.
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