El office es amplio, una gran mesa de madera de teca ocupa el centro de la estancia, en las esquinas unas plantas de hojas anchas perennes, las únicas que sobreviven a sus escasos o nulos cuidados. Al fondo una ventana, desde la que se puede ver el jardín y la piscina.
Esta sentada en una silla negra, tipo director, con la cara hundida en un libro, el pelo mojado pegado a la cara. Lleva puesto un biquini azul y se cubre sólo con un pareo de flores que compró hace unos días para animarse.
Hace como que lee pero su mente esta en otro lugar, piensa en su infancia, trata de recordar como se imaginaba ella que seria su futuro. Siempre fue una soñadora, romántica, de las que esperan al príncipe azul que vendrá a rescatarla de la torre y no es que fuese una niña desgraciada, todo lo contrario fue feliz, aunque como todos los niños, miraba hacia el futuro con una gran curiosidad por saber como seria su vida.
Si esa niña pudiera verla ahora, ¿se sentiría defraudada? ¿Llorarían juntas? O la consolaría y le daría un fuerte abrazo.
Cristina esta cerca de los 30, como a ella le gusta decir, siempre esperando que alguien le diga que aparenta solo 20, por supuesto. Desde hace unos meses esta empezando a obsesionarse por su figura y por su aspecto.
-“Hoy no tengo ganas de nada, no puedo leer, no me concentro. Tengo la cara llena de puntos negros y un grano asqueroso en medio de la barbilla. Me siento hinchada. No pienso salir de casa”.
Son las 6 de la tarde de un día de finales de Julio, el bochorno es insoportable, abrir la ventana es como meter la cabeza en el horno, solo se esta bien en la piscina o dentro de casa con el aire acondicionado, se ha preparado un cacao frío y le da mordiscos a una magdalena mientras espera a su madre.
–“Vaya cara que tienes hoy”, la escucha decir detrás de ella. “Mira que granos. Has salido a la familia de tu padre, ¿por qué no habrás sacado mi piel?”.
Todas las conversaciones con su madre son como reabrir un agujero en el hielo destrozando la nueva capa que se ha formado durante la noche. El rechazo vuelve a surgir, los ojos cansados de tanto llorar.
-“¿Nunca tienes suficiente?”.
-“No sé que quieres decir, lo digo por tu bien. No te cuidas nada, sólo comes porquerías”.
El acné es una inflamación crónica de la unidad pilosebácea de la cara y la parte superior del tronco, es decir puede aparecer en todas las zonas donde hay glándulas de la grasa junto a un pelo velloso. Lo que vulgarmente conocemos como espinillas o puntos negros, son el primer paso. Cuando estas se rompen, ya sea por estimulo hormonal o por manipulación, aparecen los granos de pus.
Es la enfermedad más frecuente de las que afectan a la piel. Y aunque es típica de la pubertad, últimamente se esta viendo una aumento de casos a edades avanzadas, sobre todo en mujeres. Es frecuente encontrar pacientes con acne hasta los 40 años. Unas veces es el acné de la adolescencia que se prolonga y otras veces es de comienzo tardío.
Aunque nos parezca una tontería debe considerarse importante, ya que repercute en la economía y el bienestar de los pacientes. Hasta un 12% de los adolescentes, han dejado de salir de casa alguna vez por este problema y existe un estudio que refiere que el 5% de jóvenes con acné grave ha pensado alguna vez en el suicidio.
En las mujeres adultas modifica sus relaciones sociales, sexuales y laborales, ya que además no se considera una edad apropiada para tener acné. A estas edades aparece por factores hormonales que dan lugar al llamado “síndrome de androgenización”. Este síndrome se caracteriza por exceso de grasa, aumento de vello y/o caída de pelo. En ocasiones también aumento de peso y alteraciones menstruales, así como resistencia insulínica y diabetes.
Aun no se ha demostrado que existan alimentos que hagan que aparezca o persista el acné, sobre todo a ciertas edades. Es cierto que una de sus causas es un aumento en la producción de sebo, pero esto no esta relacionado con el consumo de alimentos que contienen grasas. Si se ha visto que aquellos individuos que tienen sobrepeso y síndrome metabólico, al bajar de peso mediante dieta hipocalórica, pueden mejorar su acné.
Estudios recientes, se han centrado en la influencia de la dieta sobre los mecanismos patogénicos del acné y se ha visto que influye en:
-La proliferación de corneocitos y formación del tapón de queratina.
-La producción de sebo a través del hiperinsulinismo.
-La modulación del sistema inmune y la posterior respuesta inflamatoria frente a P. Acnes.
También hay cierta evidencia de que en las sociedades no industrializadas las incidencia de acné es menor que en las que si lo son y lo atribuyen a la dieta, y al consumo relativo, entre otros, de ácidos grasos omega 3 y 6.
En definitiva genética, dieta, estilo de vida y el estrés se influyen mutuamente para desencadenar los brotes de acné. Aún queda mucho por investigar en la relación dieta-acné. Faltan estudios multicéntricos complejos que ayuden a aclararlo.
Extraordinario relato, y extraordinaria explicación.
ResponderEliminarMuy bueno para desechar viejas creencias sobre, que aunque parezca poco, es mucho.
ResponderEliminarChapeau... y hoy no tengo más que añadir.
ResponderEliminarTuve unA adolescencia llena de acné y de higiene escrupulosa que no acababa de ver resultados. A mí no me traumatizaba mucho, pero no es una piel especialmente atractiva. Caray, no pensé en el suicidio, pero estoy seguro de que había gente que lo llevaba peor.
ResponderEliminarY ya, que se me pasó la edad, sólo me sale cuando me pongo crema protectora solar en la cara. Y cuando me veo las cicatrices de algunos comedones.
Creo que tenemos que escarbar un poco y no quedarnos sólo en la superficie, esos puntos negros y un grano en la barbilla. Desde mi punto de vista el problema de esta mujer, más que el acné, es la gran falta de autoestima que tiene y esa relación madre-hija que parece un poco compleja.
ResponderEliminarClaro que si, siempre hay algo más
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