Sesenta minutos después, largos como sesenta horas, sin poder hablar del tema, este había ido creciendo y pesaba en el ambiente como un elefante.
“Cómo me cuesta entender estas cosas.”
La enfermera se echó a reír, pero su risa era amarga.
“Estoy furiosa porque me siento impotente.”
Aquel niño que había entrado a la consulta hacía una hora, tan dócil y que prefería estar callado, traía tras de sí una historia que nos tenía llorando sin lágrimas.
Ahora que quiero centrarme, mi memoria se mueve en círculos, espirales y saltos de acróbata, intentando evitar el doloroso recuerdo.
Trato de avanzar en orden cronológico porque es necesario poner un orden en su vida, pero pierdo el hilo.
Siempre he pensado que a los hijos se les quiere incondicionalmente y que la familia debe ser un espacio dónde crecer seguro. También creo que cada familia tiene derecho a sus secretos y el afán de la sociedad por exhibirlos en la luz menos favorable, es una forma de distorsionar una historia.
La soberbia consiste en pretender cambiar o dirigir el destino de los demás, pero las pruebas eran evidentes…
Pásate un día por las unidades de trabajo social infantil.
ResponderEliminarVas a flipar.
Los pelos de punta...
ResponderEliminarAlguien dijo, con toda la razón, que las familias son lo más violento después de la guerra .... tras pasar muchas horas en una sala de terapia, estoy totalmente de acuerdo, por eso para mi, todas las posibles soluciones a los problemas, pasan por la responsabilidad y la conciencia a la hora de tener hijos, todo lo demás, son solo parches.
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