Hay una cafetería en el centro de la ciudad en la que las paredes están repletas de estanterías con libros, allí el aroma del café se mezcla con el olor seco propio de los lugares donde se acumula papel, y el bullicio de las conversaciones se atenúa contra los estantes.
Me gusta sentarme junto al ventanal con un café y ver pasar a la gente, es muy parecido a observar como fluye un río. Siempre me ha relajado ver cosas en movimiento.
De allí guardo recuerdos que permanecen resplandecientes en mi memoria, como un símbolo del misterioso transcurrir del tiempo… El bebé que llora dentro de un carrito y los padres mirándolo asombrados, con una confusa mezcla de esperanza, expectativas y responsabilidades. Tal vez sobrecogidos ante lo que tienen por delante.
O aquellos muchachos que caminaban como si fueran dioses entre los hombres, se sabían investidos de una colección de dones físicos innatos y un instinto asombroso… la adolescencia es así; cuando deciden hacer algo, lo hacen con determinación y ferocidad. Lo que ellos no saben es que los genes influyen en todo, pero determinan en realidad muy poco y aunque nunca tendrán un verdadero control sobre sus propias vidas, si tienen poder para dirigirlas.
Esta semana he leído sobre la plasticidad del cerebro; que existen partes específicas de nuestro cerebro que se adaptan y reorganizan en respuesta a experiencias concretas. He leído sobre vestirse para "cambiar", sobre el uso de botox y su influencia en el estado de ánimo….
En definitiva, que nuestro cerebro tiene capacidad para convertirse, con tiempo y dedicación, en lo que le pidamos ser.
En ocasiones creo que las palabras “inteligencia” y “talento” son sólo sonidos que articulamos, algo con tantos significados posibles que al final no tienen ninguno, y que “vivir es como cocinar un bizcocho”, en el que todos los ingredientes deben estar presentes en la cantidad adecuada y mezclarse con la fuerza y aptitud adecuadas en el momento adecuado, para que salga bien…
¿Quién no ha pronunciado alguna vez las palabras: “Ten confianza en ti mismo”?, Palabras que me gustaría decir a esos padres primerizos y a esos adolescentes que quieren llegar a ser superhombres… “Confía en la inteligencia que te llevará a ser mejor cada día, pero desearlo no es suficiente, hace falta resolución, autocrítica… pasión para ir siempre un poco más allá…”
Y como leí esta semana: “Nadie esta genéticamente destinado a la grandeza y pocos están biológicamente limitados para alcanzarla…” Así, la realidad de Mozart es menos misteriosa, se "bañaba" en música desde antes de nacer y su niñez fue muy diferente de la de otros niños. Su padre, era un músico sumamente ambicioso que se volcó en su formación...
Estoy leyendo El mundo amarillo, de Albert Espinosa, y en un capítulo escribe sobre esa capacidad de modificar nuestro cerebro. Interesante, porque normalmente vivimos sin ser conscientes de nuestra plasticidad neuronal.
ResponderEliminarSaludos.
Plasticidad y capacidad de adaptación.Dos buenos conceptos. Bss
ResponderEliminar