Siempre pienso en agosto como en un mes perezoso. Las
vacaciones, el calor insoportable… La vida transcurre despacio. Pero aquí esta
septiembre, con el fresquito y la sensación de que todo arranca de nuevo.
En septiembre ponemos en marcha los motores. Miremos
donde miremos, todo reclama nuestra atención. En los quioscos nos ofrecen
fascículos coleccionables para aprender a hacer ganchillo, junto a otros donde
nos enseñan a pilotar un avión… Comienza el curso escolar, retomamos proyectos
personales y profesionales, cambiamos ropa en los armarios…
Me gusta el otoño, es como tener una nueva
oportunidad para hacer las cosas, sean las que sean, MEJOR…
En ocasiones me vienen a la mente ideas que necesito
contar o escribir inmediatamente, para no romper el hilo que las ata unas a otras.
Porque mi memoria es selectiva y, para algunas cosas, corta como la de un pez.
Y es que el saber SI ocupa lugar. Mis neuronas
rebosan datos médicos, fechas, listas de la compra, citas pendientes, horarios
infantiles que cumplir, imágenes de pacientes que me preocupan…
Así que las ideas, cuando surgen, las pillo al vuelo
y las deposito allí donde puedo en cada momento. A veces las vierto en Twitter,
otras van a parar a un papel que termina perdido en el fondo de algún bolso y
aparece tiempo después arrancándome alguna sonrisa.
Hoy me ha sucedido mientras estaba en la ducha. Con
la cabeza llena de champú, los ojos muy apretados para que no me entrara
espuma, miraba destellos en el
interior de mis párpados y escuchaba las últimas noticias en la radio… y he
pensado: Muchos de nosotros no estamos viviendo nuestros sueños porque andamos
siempre quejándonos y rumiando nuestros miedos…
He buscado inmediatamente algo dónde escribir. No me
he atrevido a anotarlo en el móvil porque se estaba cargando y no era cuestión
de electrocutarse.…
……
En mi cerebro hay estos días más mucosidad que materia
gris. Gracias a un “catarrito” de los que se cogen al final de verano, cuando
el “airecillo” nocturno te pilla desprevenida. Uno de esos que termina en
“sinu-faringitis-bronquitis” (y que me perdonen los otorrinos por inventar
enfermedades). Creo que ha mezclado lo que decían en la radio, y lo que he
leído en mi timeline con la conversación, o mejor monólogo porque me he quedado afónica, que he tenido con el
último paciente de hoy:
-Doctora, lo que quieren es echarnos de la Seguridad Social.
Ya se que ustedes son sólo unos mandados y que atienden a los que les citan, no
pueden elegir. El otro día me dijo la enfermera que me curaba la herida que ya
no hacía falta que fuese más, que me curasen en mi casa. Y yo le dije ¿cómo
sabe usted que no vivo solo? Yo creo que quiere saber si estoy soltero.
¿Y lo del azúcar? Pues que ya no me dan las tiras, y me
dicen que vaya a controlármela cada dos meses y que me lo pague yo…
¿Y lo del video de la concejala? ¿Qué le parece? Con
los teléfonos estos, ha llegado la modernidad, doctora. Todos quieren ser
famosos, pero esa señora les ha puesto el listón muy alto ¿Eh? JEJE
¿Vio usted ayer las noticias? Los catalanes que
quieren echarnos de su país. Como dice mi vecino, para pedir luego la doble
nacionalidad.
Vaya voz de perro que tiene usted doctora, ¿quiere un
caramelo? Tome.
No me de el alta doctora, que me gusta venir a hablar
con usted de vez en cuando.
He terminado la consulta chupando un caramelillo de
menta que ha sacado el buen hombre de su bolsillo, callada, sin más remedio,
mientras me contaba sus preocupaciones.
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