Como médicos, vemos pacientes, escuchamos sus
historias y las llevamos durante tiempo en nuestros pensamientos. Lo hacemos,
queramos o no. Pero la verdad es que no importa cuánto nos preocupemos por
ellos, siempre regresamos a casa y seguimos con nuestras vidas. Nuestros
pacientes, recogen sus cosas, sus problemas y vuelven a vivir las suyas hasta
la siguiente visita.
Nos pasa a diario, hablamos con ellos, les damos
consejos y gran cantidad de directrices sobre lo que deben hacer y lo que
tienen que evitar.
En una ocasión un chico joven al que estaba empezando
a ver por un brote de psoriasis extenso y que acababa de recobrarse de una
cetoacidosis diabética, me planteó una situación que me dio en qué pensar.
Me preguntó si yo creía que el tener psoriasis y
diabetes iba a dar al traste con su estilo de vida. A él le gustaba hacer
deporte y salir en bicicleta con amigos, en rutas más o menos largas. Formaba parte de un grupo y gran parte de su vida giraba entorno a él.
Ese día venía mal, tenía muchas placas. Algunas le
provocaban grietas dolorosas en los pliegues y otras le despegaban las uñas de
las manos. Su cabeza estaba cubierta por una intensa y molesta descamación.
Iba a necesitar algo más que cremas para tratarlo. Había
que hacer análisis y estudios para comprobar si podía recibir tratamiento
sistémico y estaba además el asunto de su diabetes. Para mí, como médico, era
un paciente complicado.
- ¿Sabes qué? Le dije. -Algunas enfermedades pueden
llegar a ser unas verdaderas aguafiestas, aunque no tienen porqué ser un
impedimento. Me gustaría poder decirte algo alentador, pero la verdad es que
vas a tener que hacer grandes ajustes en tu vida. Con el tiempo, formarán parte
de tu rutina y dejarán de ser un obstáculo.
- Pues, no me vendría mal alguna palabra de ánimo,
después de recibir tanta información y consejos sobre como actuar con mi
diabetes y con mi psoriasis. Me han jodido el plan.
Después de decir esto sonrió y su risa fue contagiosa
para mi.
Aquella visita me dejó pensativa y me gusta que me
hagan pensar.
Me estaba enseñando algo en lo que, a veces, no
reparamos. Me había hecho ver el otro lado. Lo que pasa cuando acaba la
consulta y el paciente es sólo un largo informe escrito y firmado sobre la mesa.
La dura realidad que cada uno se lleva a su casa.
…….
Una canción que he escuchado hoy y que ha estado sonando en mi iPod mental sin saber de quién era....
Emotivo, nunca pensé que un doctor tuviese la sensibilidad de ponerse en el lugar del paciente. Es por tanto muy bonito y ójala la empatía con el paciente empiece a ser algo más habitual en las consultas. A veces la vida nos ofrece pequeños detalles para sonreir.Gracias.
ResponderEliminarEstudio medicina y acabo de descubrir tu blog. Te sigo desde ya!
ResponderEliminarMi blog, es totalmente de otra temática pero bueno, te lo dejo x aquí.
https://diariodeunagemela.blogspot.com