lunes, 4 de febrero de 2013

EL SOL

Con sólo cinco años, ¿qué le iba a gustar más que jugar en la orilla?
Disfrutaba haciendo un agujero donde intentaba meter toda el agua del mar o un castillo con una gran muralla capaz de detener un tsunami.
Con la pala y las uñas sacaba más y más arena, la espalda al sol. Blanco como la leche y rubio, muy rubio, de ojos acuosos.
“Hola Julio, ¿ves ya el otro lado del mundo?”
“Hola señora, todavía no.”
Muchas veces le habían advertido que no debía hablar con extraños, pero aquella anciana no era una extraña para él.
“¿Te pica la espalda?”,
“Sí, escuece”
“¿sábes por qué?”
“Sí, por el sol. Pero mi amigo José que el año pasado tuvo ampollas en la espalda, dice que fueron unas medusas, que le picaron por bañarse sin camiseta.”
“Te voy a explicar lo que es la luz del sol y los efectos que tiene en nuestro cuerpo”.

El sol es necesario para la vida en la Tierra y es bueno para la salud, nos anima y nos permite sintetizar vitamina D."

“Cuando yo era una niña se llevaba estar blanca y las mujeres se ponían polvos de arroz para estar más pálidas. Después una diseñadora de moda francesa, Coco Chanel se llamaba, puso de moda el moreno y la gente iba a la playa para broncearse. Al mismo tiempo los trajes de baño, se iban haciendo más y más pequeños y la gente cada vez tenía más tiempo de vacaciones para ir a la playa. Pero como en todo, el exceso y la falta de precaución, es lo que hace que el sol pueda ser peligroso”.

“La luz del sol esta compuesta por radiaciones electromagnéticas, cuando seas mayor te lo explicarán en el cole, algunas de estas radiaciones son las que nos permiten ver (luz visible) y hay otras que no vemos pero que actúan sobre nosotros, incluso sin que lo notemos; son las radiaciones A, B, C, rayos X, infrarrojos (que nos calientan) y otras que no llegan desde el espacio porque la atmosfera nos protege de ellas. ¿has oído hablar de la capa de ozono?”
“Si, es lo que esta ahí arriba en el cielo y que ahora tiene un agujero por los sprays que usamos. Mi madre ya no usa laca para no romperla más”
“Ja,ja,ja eso esta bien, hay que cuidarla, para que nos proteja”.

“Cuando esas radiaciones alcanzan la piel, las pequeñas unidades de luz que son los fotones, actúan sobre otros pequeños compuestos de nuestro cuerpo que las captan, a estos los llamamos cromóforos. Estos cromóforos, se transforman y desencadenan una serie de reacciones que pueden ser buenas como sintetizar vitamina D o malas dañando el núcleo de las células y provocando al cabo de los años un cáncer de piel”.

“Por eso nos ponemos morenos, para defendernos del exceso de radiaciones que pueden dañarnos. Imagínate el núcleo de una célula con un sombrero puesto”.
Julio guiña los ojos con sonrisa picara
“Tiene gracia, es que no creo que haya sombreros tan pequeños.”
”No te rías imagínatelo, ese sombrero sería la melanina que producimos para protegernos, y que absorbe las radiaciones para que no lleguen al núcleo que es una parte muy importante de las células, la que contiene toda la información sobre lo que somos”.

“Tú por ejemplo tienes poca melanina, tu fototipo es muy bajito, te quemas fácilmente y rara vez te bronceas, sin embargo aquel niño, mira que moreno esta. El tiene un fototipo más alto y esta algo más protegido que tú”.

“También podemos protegernos con ropa y con sombrillas o cremas, pero estos son solo filtros, imagina ahora un colador por el que dejas pasar un caldo, una parte se queda en el colador y otra parte pasa, así que, no debemos confiarnos, también debajo de la sombrilla podemos quemarnos y a través de algunas ropas y hasta dentro del agua”.

“Tengo hambre, ¿no tienes un bollito de azúcar?”.
“No, yo no puedo tomar dulces”
“Que rollo, con lo buenos que están”

La madre lo vigilaba desde lejos. Era un poco solitario para su gusto, antes había intentado que jugara con un niño de su edad, pero terminaron peleándose. Se acercó para llamarlo y le oyó murmurar.
“¿Con quién hablas Julio?”
“Con esa señora vestida de negro”
La madre miró alrededor sin ver a nadie que se pareciera.
“¿Qué señora?”
“La misma que viene por las noches a contarme cuentos antes de dormir, dice que tengo que ponerme un gorro, una camiseta y crema.”

Con cinco años, tenía una profesora casi en edad de jubilarse, diabética, que siempre hacía un descanso en clase para tomar un poco de queso y unos colines de pan. Yo, empollona y regordeta, no por casualidad, la veía y se me deshacía la boca en saliva. Ella me llamaba a su lado con la excusa de preguntarme y me daba de regalo un colín. Un día con la inocencia y el descaro propio de la infancia, le pregunté: “¿Tú cuando te vas a morir?” y ella me respondió: “Cuando tu seas mayor” “¿Cuándo yo tenga diez años?” le dije pensando en lo mucho que faltaba y en lo grandes que eran los niños de esa edad.

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