No fue una charla más, no fue una tarde más… era
algo que deseaba hacer hacía tiempo.
Entré a la habitación y eché un primer vistazo…
Me llamó la atención una chica que no dejaba de
jugar con su pelo, lo hacía sin pensar. De vez en cuando acariciaba un lado de
su cabeza o se arrancaba alguna pestaña. Eran movimientos exagerados… Mientras,
hablaba con su amiga que no paraba de mascar chicle.
La mayoría estaban apoyados sobre sus codos, casi
tumbados en la mesa, tenían pinta de estar dormidos, o muy aburridos. Había
tres o cuatro encorvados en sus sillas mirando fijamente sus teléfonos
inteligentes, escribiendo mensajes de texto. Me sorprendió ver que un par de
ellos observaban con ojos respetuosos y tranquilos, esperando a que
empezásemos.
Poco a poco, el ruido ambiente se fue calmando…
En principio, parecía una situación muy simple. Un
pequeño grupo de adolescentes y un médico encargado de charlar con ellos sobre
ETS (enfermedades de transmisión sexual), de examinar la realidad del VIH y el
SIDA, de las vacunas del VPH… ¿Por qué iba a ser complicado?
No sabía si sentarme junto a ellos o quedarme de
pié mirándoles, alguien me presentó, y dijo unas palabras acerca de mi
especialidad… Que diagnosticamos y tratamos a los pacientes afectados por
enfermedades de transmisión sexual, etc…
Me sorprendió saber que algunos tenían
casos en su familia, otros incluso las habían padecido personalmente… La
mayoría me miraban con cara de estar de vuelta de todo.
Cuando empecé a hablar, me di cuenta de que la
chica que se daba palmaditas en la cabeza se había quedado inmóvil. Sus manos
muy quietas, como en señal de atención y sus grandes ojos, abiertos como
platos. Me hizo algunas preguntas. Hablando era inteligente
y hermosa...
Al cabo de un rato, todos querían contar sus
experiencias, explicar cómo se enteraron, quién les había iniciado… casi todos
tenían amigos que les daban consejos extravagantes para evitar contagios, para
no quedarse embarazadas…
Ahora era yo la ojiplática… No me lo podía creer,
con tanto acceso a la información como hay hoy en día… ¿cómo es posible que tuvieran
esas ideas tan erróneas? ¿cómo habían llegado a banalizar el SIDA o a pensar en
el embarazo como en un resfriado que se cura con una pastilla de “el día
después”?… Algunas ya las habían probado más de una vez.
Escuchar sus puntos de vista y la realidad en la
que vivían, me hizo pensar que tal vez algo les había obligado a crecer más
rápido de lo que ellos hubieran deseado. Que tal vez los estábamos sobreprotegiendo, que no los estábamos educando para hacerse responsables de sus actos...
Cuando todo terminó, los teléfonos inteligentes
hacía tiempo que estaban olvidados en los bolsillos. Muchas manos levantadas… Querían
participar.
Empezaron a abandonar la sala, y entonces la vi
acercarse y dirigirse a mi…
“No voy a olvidar lo que has dicho… Aunque habría
preferido que me lo contasen mucho antes, en mi propia casa… mi madre es
seropositiva… y se que no es lo mismo que ser diabético o tener un cáncer… no
es algo de lo que se pueda hablar. Quiero decir que… ella es una buena persona,
no es una enfermedad que…”
Se quedó callada, no sabía como seguir... Yo la
abracé… “Lo se… No importa si eres guapa o inteligente o si tienes un brillante
futuro por delante. No importa. Es algo que puede pasarle a cualquiera… Aprende
a cuidarte."
¿Y qué pasó después? Que esto provocó una reacción
en cadena de abrazos. Abrazos auténticos… Se derribaron muchas barreras esa
tarde y se dijeron muchas verdades…
Y me sentí afortunada de estar allí en ese momento,
de ser testigo… Y recordé que a su edad yo había estado tan perdida y asustada
como ellos.
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