Estoy junto a la ventana abierta, escribiendo estas
líneas. No son, como otras veces, para desahogar mis pensamientos, ni para
matar unas horas de insomnio. Hoy no son para mí…
No suelo leer hoy lo que escribí el día anterior y
no creo que relea de nuevo esto mañana… Tampoco escribo sólo por mover los
dedos… Mis pensamientos se mueven más deprisa que ellos. Sólo escribo lo que me
gusta contar…
Fuera el sol se deja ver.
Fuera la calle está tan silenciosa, que los
suspiros y alguna risa canalla llegan hasta aquí para recordarme que no estamos
solos en el mundo.
Cada día me despierto temprano y pongo en marcha a
mi familia. Después atiendo a mis pacientes en la consulta, a veces me toca
operarlos… Y cada día llego al crepúsculo cansada pero satisfecha.
Hoy es sábado. ¿Para quién escribo?
Quiero pasear a la sombra de grandes árboles
verdes. Quiero escuchar romper las olas con un libro entre las manos. Quiero
tener pensamientos hermosos, delicados, tranquilos, pensamientos que puedan
decirse en voz alta…
Recuerdo unas palabras leídas hace tantos años que
ahora no se dónde buscarlas, ni a quién atribuírselas. Decían algo así: “Querer
es ser capaz de escoger. ¡Qué difícil es escoger! Y poder escoger es poder
renunciar. ¡Qué difícil es renunciar!”
Queremos tenerlo todo, queremos serlo todo.
Queremos disfrutar de toda la dicha y de todo el sufrimiento. Queremos estar a
solas junto al mar y entre la muchedumbre de un mercado. Queremos, como el príncipe
caprichoso del cuento, “ir a la vez en caballo y en barca”…
Ahora que estoy junto a la ventana escribiendo
esto, ahora que mi sombra se estremece contra la pared como queriendo cobrar
vida, quiero contar otra historia.
……
Es la historia de alguien con EREUTOFOBIA.
Una persona que me decía entre otras cosas: “No
tengo intimidad. No puedo sentir miedo, ni felicidad, ni vergüenza sin que todo
el mundo se entere, mi cara se pone roja. No puedo tener un secreto, como por
ejemplo que alguien me gusta. Es ver a esa persona y ponerme como un tomate.”
Y seguía preguntándome algo para lo que no tengo
respuesta: “¿Por
qué queremos ocultar nuestra sensibilidad?”
Nos empeñamos en demostrar
que somos imperturbables. ¿Es para ser aceptados? ¿para que nos amen o nos
veneren? ¿o para evitar situaciones de rechazo?
La ereutofobia es un
trastorno de ansiedad que da lugar a un miedo irracional y obsesivo a enrojecer
en público. Se considera un tipo
de fobia
social. Estas personas tienen miedo a que su cara roja sea mal interpretada,
que los demás piensen que es un signo de debilidad o de falta de confianza en
si mismas. Y al intentar controlarlo, se ponen más nerviosas, lo que empeora su
problema. Así que su vida social llega a ser casi inexistente.
Ese miedo a
sonrojarse puede aparecer en personas tímidas y con verdaderas fobias sociales
o bien en personas, que sin ser tímidas, tienen un problema de regulación
vascular que les hace enrojecer fácilmente.
El enrojecimiento cutáneo de la cara o Flushing es
un motivo de consulta frecuente para dermatólogos, alergólogos, internistas y
médicos de familia. Se debe a cambios en el flujo sanguíneo a través de la piel
y puede estar provocado por muchas causas. Las personas que lo padecen se ponen
muy rojas y con una gran sensación de ardor en la cara casi instantáneamente.
La mayoría de las veces, son problemas benignos,
muy comunes, y fáciles de diagnosticar como la rosácea o la menopausia. Sin
embargo, en algunos casos, el llegar a encontrar la causa, requiere pruebas de
laboratorio, radiológicas o estudios histopatológicos. Las causas menos
frecuentes y más graves incluyen: síndrome carcinoide, feocromocitoma,
mastocitosis, y anafilaxia. Y otras muy raras como el carcinoma medular del
tiroides, el tumor de células de páncreas, el carcinoma renal, y otros.
Para su manejo
correcto, hay que identificar también la presencia de otros síntomas que hagan
pensar en causas orgánicas y valorar la existencia de trastornos como la
depresión, además de dar apoyo psicológico. De hecho una de las posibles
opciones de tratamiento no quirúrgico, son la psicoterapia y la hipnosis.
There’s a blush for won’t, and
a blush for shan’t, And a blush for having done it: There’s a blush for thought
and a blush for naught, And a blush for just begun it.
‘‘Sharing Eve’s Apple’’
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