“No podemos resolver problemas usando el
mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos.” Einstein
Era un mediodía tibio y apacible. Desde fuera
llegaban voces de niños que jugaban en la calle. Le pareció extraño estar
viviendo esa escena. Acababa de tener su primer hijo. Tumbada en la cama, la
tormenta que atronaba su cerebro era tal, que el día antes no hubiera podido ni
imaginarla. El sol atravesaba el vaso que alguien había puesto sobre la mesita
y el color del té verde frío temblaba reflejándose en el suelo.
Era la primera vez que lo tenía entre sus manos.
Manos que le servirían años después para expresarle sus sentimientos:
acariciándolo, confortándolo, castigándole… Las buenas manos son siempre un
atributo valioso y escaso.
Ese día lo palpó de arriba abajo, comprobando que
tenía dos orejas, veinte dedos… que todo estaba en su lugar… A veces es mejor no
preguntar…
Sabía que día a día iría contemplando los
fascinantes e intrincados cambios que ocurren en la piel de un recién nacido.
Cambios que le ayudan a adaptarse a un ambiente seco, tan diferente al cálido y
húmedo líquido amniótico.
La piel del recién nacido es como la del adulto
en cuanto a tener todos sus componentes, pero estos son aún inmaduros. Por otro
lado, las hormonas maternas circulan por su sangre haciendo que aparezcan en su
piel signos característicos. En ocasiones hay señales que causan alarma, ya que
pueden indicar la existencia de enfermedades congénitas internas.
Ella las fue buscando ese día con ojos expertos y
ansiosos…
Miró su cara. Reconoció los diminutos puntitos
amarillos alrededor de su nariz… hiperplasia sebácea. Eso le trajo a la cabeza
todas las lesiones pustulosas y acneiformes que pueden aparecer en la piel de
un recién nacido y que muchos padres primerizos le habían consultado antes a
ella.
Para entender lo anormal, primero hay que
entender lo normal.
La piel del neonato está adaptándose
continuamente a su nuevo ambiente. El exterior es tan seco… Tiene que
proporcionarle protección, controlar su temperatura, y realizar lo que
conocemos como homeostasis de electrolítos, es decir, el intercambio de
sustancias minerales tanto preparto como en el posparto.
La función de barrera de adentro hacia afuera y
de afuera hacia adentro está completa y funcionando al nacer.
Los recién nacidos a término nacen con una
cubierta de cera protectora denomina vernix caseosa, una película hidrófoba que
repele el agua, y que cubre al feto desde el tercer trimestre de gestación.
Cumple una variedad de funciones, incluyendo transporte de electrolitos,
termorregulación, contiene antioxidantes protectores…
Esta capa de vernix caseosa la producen las
glándulas sebáceas de la piel. Curiosamente, la producción de sebo aumenta al
nacer y llega a alcanzar los niveles de un adulto dentro de la primera semana
de vida. Eso ocurre por estimulo hormonal materno y explica la aparición de la
hiperplasia sebácea.
Aunque la piel neonatal a término es similar a la
del adulto en muchos aspectos, también tiene diferencias interesantes. Por
ejemplo, el espesor de la capa más externa o capa córnea, la pérdida
transepidérmica de agua, el pH, o lo que conocemos como factor hidratante
natural [NMF] son algunas de las características que continúan desarrollándose
y evolucionando en los primeros años de vida.
La capa córnea está totalmente formada en el
recién nacido, aunque es más delgada que en los adultos.
El pH de la piel del adulto oscila desde 4,0 a
5,5, dando lugar a la creación de lo que llamamos el manto ácido, que es
necesario para la defensa frente a infecciones. La piel del recién nacido es
más alcalina que la del adulto y en los siguientes días y semanas, el pH
continúa disminuyendo hasta un pH aproximado de 5,1, donde permanece hasta el segundo
año de vida, que es cuando por lo general se normaliza y se hace como el del
adulto.
Este pH alcalino que tienen en sus primeros meses
de vida, aumenta la inflamación, y favorece la colonización por Staphylococcus
aureus y Candida albicans. Esto explica entre otras cosas, lo frecuente que es
la Dermatitis seborreica a estas edades. Por eso para conservar el manto ácido,
es importante evitar usar en el periodo posnatal jabones alcalinos.
Su piel tiene también menor contenido en agua y
una mayor facilidad para absorber las cremas que les ponemos.
Las glándulas no están completamente
desarrolladas, pensó… Por eso tiene esos quistes de millium en la mejilla,
además de la hiperplasia sebácea. Ella sabía que son benignas y que hay que
saber diferenciarlas de otros como acropustulosis, foliculitis eosinofílica,
eritema tóxico, impétigo, acné neonatal…
….
Luego
lo olió, aspiró su aroma… Tenemos un sensor en la entrada de las fosas nasales
que no percibe olores, sino intenciones…
No hay comentarios:
Publicar un comentario