Estábamos conversando, hablando de cosas
cotidianas. Bueno, puede que no fuesen tan cotidianas para todo el mundo, pero
sin duda lo eran para un médico y un paciente en una consulta.
"¿Sabes que llevo fumando desde antes que tu
nacieras? "
De esa forma contestaba mis preguntas sobre su
estilo de vida. Estaba al inicio de los cincuenta… le desafié.
"¿Quiere decirme que empezó a fumar antes de
los diez años? "
Arqueó una ceja a modo de burla. "Pero…
¿Cuántos años tiene “usted”?"
Levanté las manos para decirle que su estimación,
aunque halagadora, estaba equivocada. Se puso serio y movió la cabeza en un gesto que nos
hizo reír a carcajadas.
Aunque no hubiesen sido cuarenta años fumando, si
que eran cerca de treinta y eso era mucho tiempo. Así que aunque era un tema
muy trillado intenté explicarle las razones por las que debía intentar dejarlo.
Entre otras muchas yo acababa de diagnosticarle un Carcinoma Epidermoide de
labio del que tenía que operarlo.
En este punto quiso zanjar el tema.
Yo pasé a otros… como qué tipo de alimentos tomaba
o cómo podría hacer más ejercicio. La conversación transcurría con
familiaridad, incluyendo algún chiste que él nos contaba cuando le venían a la
cabeza… La verdad es que no parecía la típica visita al médico. Era más como sentarse
en una terraza hablando con un conocido delante de un vaso helado…
Cualquiera habría podido pensar que nos conocíamos
desde hacía mucho más tiempo que los diez minutos de esa visita. Pero ese era
nuestro primer encuentro…
Y me hizo pensar que hay algo en la intimidad de
una consulta médica que acelera las relaciones entre dos personas, algo que
hace que se salten las fases previas e incomodas y vaya directa a las partes
buenas…
"¿Sabes qué, niñica? "
"Dígame." Le respondí. Y no, no me ofendí porque me llamase de esa forma.
Porque parecía ser una palabra que llevaba entretejida en la tela de su día a
día, igual que su hábito de fumar un cigarrillo tras otro... Además, había algo
en la forma en que la palabra salió de su boca que me hizo sentir especial…
como estar en el extremo de la misma.
"Estoy pensando en comprar algunos chicles de
nicotina o puede que un cigarrillo eléctrico…” Lo dijo mientras tamborileaba
con los dedos en sus labios.
"Eso me parece una decisión acertada… para
empezar.”
"Creo que sí."
Le apreté la mano para hacerle saber que era una
excelente idea.
Nos reímos juntos y el cerró con fuerza su mano en torno a la mía… Yo me fijé entonces en las uñas… tenía unas depresiones
lineales que las recorrían de forma transversal… Mientras las miraba me atreví
a hacer una observación:
“Usted no es de aquí y además ha tenido alguna
enfermedad grave últimamente… ¿verdad?”
“¿Es que eres bruja, niñíca? No, no soy de aquí…
bueno, no desde hace años…”
….
LESIONES
LINEALES TRANSVERSALES
Hay dos tipos de lineales transversales en
las uñas: las que afectan a la lámina ungueal y las que afectan al lecho. Las
primeras se desplazan distalmente al crecer la uña y no cambian al aplicar
presión sobre ésta, lo contrario ocurre con las segundas, y tienen distinto
significado.
Líneas de Beau.
Son depresiones lineales transversales en
la lámina. Se producen en el mismo sitio y en todas o casi todas las uñas del
paciente. Suele provocarlas cualquier enfermedad sistémica episódica lo
suficientemente severa como para alterar el funcionamiento normal de la matriz.
Como sabemos que la uña crece 1 mm cada 6-10 días, es posible adivinar de forma
más o menos acertada el momento en que se produjo dicho estrés, midiendo la
distancia entre la depresión y la cutícula.
El grosor también nos habla de la duración
de la agresión. Pueden producirse líneas de Beau por traumas o exposición al
frío en pacientes con fenómeno de Raynaud.
Líneas de Mees.
Son líneas blancas transversales, que
pueden afectar varias uñas o una sola. Se asocian a exposición a arsénico, pero
pueden aparecer también en linfoma de Hodgkin, insuficiencia cardíaca
congestiva, fiebre tifoidea, quimioterapia, malnutrición, septicemia,
infecciones parasitarias e insuficiencia renal crónica.
El ancho de las líneas de Mees varia y,
como la alteración es a nivel de la lámina ungueal, avanza hacia el extremo a
medida que pasa el tiempo y no cambian al aplicar presión. Por eso se puede
calcular también el tiempo transcurrido desde la agresión.
Líneas de Muehrcke.
También son líneas blancas transversales
que se extienden a lo ancho de toda la lámina ungueal. Son por alteraciones en
el lecho ungueal, y desaparecen al comprimir la uña. Por eso no se desplazan
distalmente al crecer la uña. Se producen en pacientes con hipoalbuminemia
secundaria a síndrome nefrótico, problemas hepáticos o malnutrición, y
desaparecen al normalizar la albumina
Leuconiquia.
Es la alteración del color más frecuente
en las uñas. Puede ocurrir un blanqueo de la uña completo (leuconiquia total)
o parcial (leuconiquia parcial) o hacerlo en forma de líneas o puntos
blanquecinos (leuconiquia striata y punctata, respectivamente) y
pueden ser en una o más uñas.
En el psoriasis existe la “leuconiquia
aparente”. La leuconiquia punctata se puede producir en niños y adultos
sanos, por pequeños traumas en lecho ungueal, y carecen de importancia clínica.
La leuconiquia striata puede ser hereditaria, secundaria a enfermedad
sistémica transitoria si es que muchas uñas están comprometidas, o bien por
traumatismos. A diferencia de las líneas de Mees y de Muehrcke, no se
distribuyen uniformemente, no atraviesan la uña y no son paralelas a la lúnula.
La leuconiquia parcial puede ser
idiopática o estar en relación a tuberculosis, nefritis, enfermedad de Hodgkin,
carcinomas metastáticos... La leuconiquia total puede formar parte de
síndromes hereditarios o relacionarse con úlcera péptica, colelitiasis, colitis
ulcerosa, fiebre tifoidea, cirrosis hepática, lepra, estados de inmunosupresión
como VIH.
Otras enfermedades sistémicas que pueden
causar distintos tipos de leuconiquia son las infecciones por hongos, el
déficit de zinc y el síndrome de Raynaud; y algunas quimioterápias.
………
Me contó su vida de emigrante. Cómo lo llevaron
sus padres a otra región nada más nacer... Y eso fue todo.
Ese fue nuestro primer encuentro. Tal vez la
próxima vez podré preguntarle más sobre recetas típicas de su tierra… Y tal vez
me dirá que ha dejado de fumar. Quizás al quitarle los puntos tras la
Vermellectomia…
Sí. Estuvimos hablando de cosas cotidianas. Y no,
nada de eso resultó incomodo. Comprendí que en todas esas cotidianidades, unos
somos de una forma o hablamos con otro deje o cocinamos de aquella otra manera
los mismos ingredientes… pero siempre resultamos ser más parecidos de lo que
pensamos.
Siempre.
Y esto es lo que me gusta de la gente y sobre
todo de mi trabajo. Esto es lo que me gusta de la vida. Estas cosas siguen haciéndome creer que el mundo es maravilloso.
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