La
hierba y los brotes de los árboles germinan a la vez a comienzos de primavera.
Todo cobra luz.
Entorno
los ojos y reconozco situaciones y personas con las que pude haber tenido otro
tipo de relación pero que al llegar a mí a través de una consulta, fueron mis
pacientes… Aquellas a las que pude ayudar y a las que, a pesar de mis
esfuerzos, no logré aliviar.
Surgen,
como la primavera. Una y otra vez… para confirmarme que estoy viva y que las
vidas sin problemas no existen.
Cuando
recuerdo a algunos de ellos, si lo miro con perspectiva, me digo que los días
en que no sucede nada pueden llegar a ser los más maravillosos.
Aunque
no lo parezca, nunca me ha gustado mirar al pasado, pero aquí estoy.
Era
muy joven, no llegaba a la mayoría de edad. Vino acompañada por alguien que no
era su familiar, un tutor legal. Tenía cicatrices queloides en el pecho, los
hombros y la espalda. Le salían espontáneamente, tras algún pequeño granito.
Al
mirarla, comprendí cómo en el interior de algunas personas puede haber una
balsa de penas estancadas que se derraman ante cualquier circunstancia.
Mientras
le explicaba qué eran esos pequeños nódulos que crecían en su piel, se deshizo
en lágrimas. Esas lágrimas no fueron nada comparadas con el llanto que la iba sacudiendo
en las siguientes visitas… Cuando le infiltrábamos las lesiones… Cuando fue
perdiendo la esperanza y comprendiendo nuestras palabras: “No tienen curación
definitiva…”
¿Se
compadecía a si misma? Sin duda. Me pareció además, que se sentía terriblemente
sola.
Hace
tiempo en un congreso de dermatología, durante una sesión que se repite año
tras año y cuyo título es más o menos: “¿Qué harías en este caso?”, cuando
apareció la foto de un queloide en la parte anterior del tórax de una persona
joven y se le hizo esa pregunta al ponente que estaba en ese momento en el
estrado, su respuesta fue: “Mandárselo a mi peor enemigo…”
Alcanzado
este punto… ¿qué más se puede añadir?…
…….
Las
cicatrices queloides aparecen en lugares donde ha sido dañada la dermis. Son
una forma de reparación. Pueden aparecer tras un traumatismo local (herida,
tatuaje, quemadura, inyección, perforación del lóbulo de la oreja, etc) o
después de una inflamación (acné, picaduras, infecciones, etc) Son más
frecuentes en las personas de piel oscura, de hecho no aparecen en la piel
albina o con vitiligo. No es lo mismo un queloide que una cicatriz hipertrófica.
Ni en su evolución, los queloides pueden seguir creciendo, ni en su histología,
ni en su tratamiento.
Los
queloides se forman en sitios con aumento de tensión, como son los hombros, la
piel sobre el esternón, la parte inferior del mentón y los brazos. Suelen ser
dolorosos, o al menos molestos.
Las
cicatrices hipertróficas, generalmente, responden mejor a los tratamientos,
incluso se aplanan solas con el paso del tiempo.
El
primer paso a la hora de decidir el tratamiento, es saber qué es lo que los
pacientes esperan. ¿Que el queloide desaparezca? ¿Dejar de tener molestias como
picor o dolor?, ¿Que se aplane?...
En
general, no se aconseja extirpar un queloide ya que con mucha frecuencia
recidivan en el mismo sitio y son cada vez de mayor tamaño. Una excepción son
los queloides del lóbulo de la oreja, o cuando la cirugía se asocia a otros
tratamientos.
El
tiempo de evolución del queloide también influye, ya que los de mayor duración
(de color más oscuro), tienen menos probabilidades de reaparecer después de la
cirugía que los más recientes (color rosado), los que dan más molestias.
Dónde
se localicen, también afecta al resultado. Los queloides en la mandíbula, el
deltoides, espalda media, la mitad del pecho, y la parte superior es más
probable que vuelvan a salir si se extirpan y los de las zonas de baja tensión
es menos probable que lo hagan.
El
tratamiento de primera elección es la infiltración con corticoides. Cuando no
responden a esto, suele ser generalmente, por usar una dosis inadecuada.
Lo
más importante es la relación con los pacientes. El que comprendan lo que
pueden obtener del tratamiento. A menudo quieren una solución rápida, no tener
que hacer nada después de la cirugía. Pero casi el 100% de los queloides
vuelven a salir si sólo se extirpan. Esto se reduce a un 50% si se les pone
corticosteroides después, y a un 20% cuando se añade radioterapia.
Otras
posibilidades, son la crioterapia, las medidas de compresión, y el uso de
5-Fluorouracilo, bleomicina o verapamilo intralesionales.
Finalmente,
los queloides rojos pueden tratarse con láser de colorante pulsado. Además del
láser de CO2 para reducir el tamaño cuando son grandes, antes de iniciar
crioterapia o tratamiento compresivo, etc. Aunque no se puede decir que los
queloides sean una indicación para tratamiento con láser.
……
Hoy,
mientras mis pensamientos giraban sin cesar en torno a esta paciente, por
extraño que parezca, empecé a experimentar cierta paz. Estaba segura de que
consiguió salir adelante.
En
mi interior resucitaron las sensaciones de esa época de mi vida, cuando yo
tenía su edad. El futuro inmenso que veía extenderse ante mi, lo que esperaba
de él… y la fragancia marina que perfumaba mi ciudad natal.
Este post me hizo llorar. Es usted una gran doctora y mejor persona. Ojalá todos tuvieran ese tacto.
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