“El hombre solo ve lo que conoce.” Goethe
La primera vez que vio un Dermatoscopio, fue en un póster del congreso anual de la Academia Americana de Dermatología, a finales de los ochenta. Su joven mente de adjunto quedó fascinada. Se detuvo a leerlo e inmediatamente después se dirigió hacia el stand y compró uno de aquellos aparatos.
Su simpleza le atrajo desde el primer momento, se trataba de un microscopio monocular con una amplificación de 10X que incluía una lente acromática y convergente.
Lo envolvió como un tesoro y lo guardó en su equipaje, al llegar a su servicio se dirigió a la residente de último año, una chica despierta y con gran capacidad de trabajo. “Mira lo que he traído. ¿A ver que podemos hacer con el?”
Así comenzaron años de estudio de lesiones pigmentadas, de numerosas publicaciones donde fueron desarrollando la técnica, estableciendo criterios diagnósticos… Muchas veces tuvo que oír frases desalentadoras. “Si tienes que usar eso es que no estas seguro del diagnóstico y entonces es mejor extirparlo.” Pero su vida siempre se había caracterizado por el triunfo de la constancia y el esfuerzo sobre la escasez; de cualquier pequeño detalle, extraía algo útil.
Estudiaron miles de lesiones pigmentadas, describieron toda una gama de características como la formación de colores, la regularidad, el margen y la superficie. Todo esto les permitió obtener marcadores para distinguir entre diferentes tipos de lesiones pigmentadas y sobre todo las características de crecimiento benigno y maligno.
Otros dermatólogos trabajando a la par, desarrollaron el ANALISIS DE PATRONES, la REGLA DEL ABC, la REGLA DE LOS TRES PUNTOS, etc. Todos estos métodos se apoyan en un sistema cuantitativo y han demostrado su gran sensibilidad diagnóstica en manos no expertas.
A lo largo de su carrera fueron testigos de sorprendentes avances en materia de telecomunicación que hicieron posible el intercambio de imágenes e información a través de Internet y vieron asombrados como se desarrollaba la TELEDERMATOSCOPIA y la DERMATOSCOPIA DIGITAL.
La DERMATOSCOPIA DIGITAL, ofrecía una nueva dimensión, el factor tiempo, se vio su utilidad para la monitorización y seguimiento de lesiones melanocíticas, ya que los cambios de una lesión pigmentada a lo largo del tiempo, pueden ser en muchos casos el único criterio para la detección precoz de un Melanoma.
Asistieron a cambios sociales, económicos y culturales que influyeron en todos los campos incluyendo la medicina. La búsqueda de modelos de asistencia sanitaria más productivos y eficientes, el cambio en el modelo de relación medico-paciente, pasando del clásico paternalismo a otro en el cual el médico es sólo un “gestor” de conocimientos y técnicas.
Todo esto les llevó a participar en la investigación y desarrollo de equipos para el DIAGNÓSTICO COMPUTERIZADO DE LESIONES MELANOCÍTICAS. Comenzaron siendo escépticos, ya que su dilatada experiencia les decía que en ocasiones resulta imposible diferenciar al melanoma de otras lesiones melanocíticas benignas, aun utilizando dermatoscopia y que esto requería un entrenamiento adecuado. Pero como las estructuras de las lesiones melanocíticas se repiten, tal y como habían comprobado, el screening usando instrumentos para el diagnóstico automático dejaba de ser sólo un sueño para empezar a ser una realidad.
Los primeros equipos constaban de cuatro partes:
-Adquisición de imágenes: usando un videomicroscopio.
-Segmentación: un software diferencia las lesiones sospechosas del resto. Esto puede ser totalmente automático o controlado por un operador.
-Extracción de datos: el software extrae los datos referentes a forma, contorno, y estructura de la lesión.
-Clasificación: un programa genera información de salida (output), esta información es “benigno o maligno”, en forma de probabilidad.
Trabajando “hombro con hombro” con expertos informáticos y haciendo uso de los últimos avances tecnológicos vieron la posibilidad de que estos instrumentos de diagnóstico automático pudieran llegar a diagnosticar lesiones melanocíticas de la piel. “Eso ahorraría mucho tiempo de espera a los pacientes con estas lesiones y nos evitaría las consultas innecesarias, dándonos más tiempo para los que si lo necesitan”, decían él. “Y el gran ahorro de recursos y aumento de productividad”, decían los gestores.
“Pero tenemos que andar con cautela, muchos estudios que han dado lugar a estos programas, están influenciados por conceptos como la exclusión de lesiones no pigmentadas (existen los melanomas amelanóticos) o la confusión de queratosis seborreicas pigmentadas con lesiones melanocíticas.” “La dificultad para efectuar el diagnóstico de la lesión estará sujeta a que haya sido seleccionada por un especialista o no, a ojo desnudo o con dermatoscopio, etc.”
Así que para comprobar el valor práctico de estos sistemas desarrollaron experimentos para evaluarlos en un ambiente similar al que se iban a utilizar, es decir en una consulta general o por el propio paciente… y en eso están.
Este año, como tantos otros antes, irán al congreso de la Academia Americana, algunos jóvenes dermatólogos se acercarán con curiosidad a su póster y les harán preguntas, ellos se mirarán con complicidad: “¿Recuerdas cuándo empezamos en esto?”
Mis colegas (ingenieros especialistas en bioingenieria y electromedicina) tienen muchas cautelas en esto del análisis de imágenes, sabemos que las máquinas son "tontas", eso sí, muy eficaces.
ResponderEliminarA mi personalmente me preocupa, mucho, que creamos que vamos a sustituir a los seres humanos por máquinas y así lo resolvemos todo .... nada más lejos de la realidad .... utilicemos las máquinas para ser más humanos, no lo contrario.
Os imaginais que tengo una mancha, coloco un aparato encima y, me sale un ticket que me dice "tiene usted un malanoma maligno" .... ni en las peores películas de terror ....
La tecnología no suele solucionar totalmente los problemas. Con la detección mecanizada hay que hacer un esfuerzo de control por médicos especialistas, atención primaria y dermatología. Una herramienta más. No la solución.
ResponderEliminarEstaremos atentos.