“Esta noche,
como muchas
sin amante,
voy a hacer
pan
hundiendo
mis nudillos
en la masa
suave.”
Patricia
Donegan
Recuerdo que el cielo era azul, azul. La silueta de
los tejados se dibujaba nítidamente y soplaba una brisa ligera y agradable. Había
despertado temprano, estaba muerta de hambre. A pesar de no ser caprichosa con
la comida, casi no había cenado porque la especialidad del restaurante donde
fuimos eran verduras de olores fuertes. Era joven, estaba en una ciudad lejana,
y pensaba que sería maravilloso vivir así, viajando… Sola bajo las estrellas,
en un lugar desconocido, descubriendo sabores, olores, sensaciones… Pero mi
estomago no estaba preparado.
A veces es mejor no preguntar lo que uno esta
comiendo, salvo que tengas alergia a algún alimento, es preferible adentrarse
en el placer de los sentidos.
La primera vez que vi comer caracoles, era una niña.
Era curioso ver extraer esos gusanos babosos con un palito y la cara que ponían
al masticarlos… La golosina preferida de un conocido eran las galletas de
chocolate con chorizo picante… En algunas partes de America las hormigas fritas
las comen los niños como aquí las pipas. Ya lo dice el refrán: “Sobre gustos…”
A mi edad, he comprendido que prefiero los alimentos
en su estado natural, no se trata de pastar como los conejos, la comida también
debe entrar por los ojos, pero la frescura de los ingredientes naturales debería
ser suficiente atractivo.
Cocinar y comer pueden convertirse en una pasión
peligrosa, la presentación de la mesa, el sabor de la comida, la abundancia, la
calidad…
Me gusta manipular la comida, comer con las manos.
Las mejores comidas que recuerdo son las que he tomado a mordiscos, como una
rodaja de sandía en verano. Cocinar metiendo la mano en una suave masa, sentir
la delicadeza de la harina, el cosquilleo del azúcar. O la resistencia de una
verdura al hundirle el cuchillo…
La comida, igual que la atracción física, entra por
la vista, pero hay gente capaz de echarse cualquier cosa a la boca en busca de
la longevidad, la belleza o el placer… Una aleta de tiburón, caracoles, ancas
de rana… La naturaleza esta llena de hierbas afrodisíacas, hongos alucinógenos,
resinas que cicatrizan…
……..
Hoy os cuento algunas de las cosas que he aprendido y
que me parecen interesantes.
De acuerdo con numerosos estudios recientes que
comparan las propiedades antioxidantes de diferentes alimentos, las mejores
frutas son (por este orden): Fresas, ciruela, naranja, uva roja, kiwi, pomelo,
uva blanca, plátano, manzana, tomate, pera, melón dulce… En cuanto a las verduras: Alcachofas, Repollo,
remolacha, brócoli, achicoria roja, chile rojo…
También hay que tener en cuenta las propiedades
antiinflamatorias de frutas y verduras (repollos, brócoli, coles y coliflor) y
los que son ricos en carotenos/antioxidantes (tomates, zanahorias, calabazas,
albaricoques, remolachas y cualquiera que sea rica en colores).
Así el puesto de frutas y verduras del mercado, se
convierte en nuestra mejor tienda de cosméticos (hay estudios que afirman que lo
que comemos nos beneficia más que cualquier crema y que aumentan las
propiedades antioxidantes si se usan conjuntamente).
Tenéis que buscar frutas y verduras de colores vivos
y brillantes, con poco contenido en agua, como fresas, kiwis, brócoli, y
patatas dulces (aquí las conocemos como boniatos) Alimentos densos y muy
pigmentados; son los más ricos en antioxidantes.
El sabor, los nutrientes y porqué no decirlo su “poder
como fuente de vida”, depende de su frescura. Ninguna abuela mediterránea usaría
un calabacín mustio o un tomate arrugado. Lo ideal sería arrancarlos de la
tierra y llevarlos directamente a la cocina, pero para la mayoría de nosotros
cultivar nuestro propio huerto resulta un lujo inalcanzable. Así que toca
comprar en el mercado, no caer en la tentación de los enlatados y disfrutar de
la experiencia.
Frutas y verduras siempre,también para la piel.Buena entrada Dra Alonso.
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