“La
sabiduría no consiste en ser perfectos, sino en saber que no lo somos…”
Este texto es parte del mensaje de una chica que
estudiaba fuera y a la que le dí mi mail para que me enviara sus analíticas y
me dijera como le iba con un tratamiento para el acné que yo le había prescrito:
“…es junio,
termina el curso y estamos todos como locos con los exámenes finales,
intentando cumplir objetivos… He intentado escribir este mail en un tono
optimista. Me he esforzado, pero me resulta extraño. Me avergüenzo y no puedo
seguir. Hace mucho tiempo que me convertí en una mujer, hace mucho tiempo que
dejé de soñar. Estaba convencida de que en algún lugar dentro de mí encontraría
la tranquilidad que necesito. Mi verdadero yo, no el que me han impuesto… No sé
si quiero ser perfecta, no sé si quiero ser como mis padres desean que
sea… ¿usted sabe lo que es ser
libre?”
…..
Hace años, cuando yo me examiné del carnet de
conducir, alguien que me veía estudiar un montón, me dijo: “Sólo tienes que aprobar, no hace falta sacar buena nota para que te den el carnet…”
La perfección es sólo una idea, un concepto. Pero para
muchos, su búsqueda se convierte en una obsesión que puede llegar a ser
perjudicial para la salud.
Los perfeccionistas miran la vida como uno de esos
pasatiempos en los que tienes que encontrar las diferencias entre dos dibujos
exactamente iguales. Tienes que ver el error, lo que está mal en uno de ellos. Observando
detenidamente ves que el personaje tiene un botón menos en la camisa o que la
silla tiene solo tres patas.
Recuerdo que cuando era niña no entendía el placer de
buscar y encontrar esos errores, lo que estaba mal, aquello que faltaba…
Desde niños, nos enseñan a buscar la perfección, nada
de lo que hacemos es lo suficientemente bueno, siempre tiene algún fallo, algo
incorrecto. Ser perfeccionista es como pensar que en la vida siempre hay “algo roto”, como la pata de la silla en el
dibujo del pasatiempo.
Muchos hemos crecido pensando que somos valiosos por
lo que hacemos y no por lo que somos. Nos sentimos juzgados continuamente y
actuamos sólo para contentar a los demás. Pero nunca es suficiente… siempre
falta algo. Es como llegar a casa con un nueve de nota en el examen y que tu
padre te diga “¿Dónde está el punto que
falta?”
La perfección es un concepto relativo, hay que
valorar la vida por lo que tenemos, no por lo que pensamos que nos falta.
A veces nos lleva años darnos cuenta de que “ese punto que falta” no es importante.
Que no lo necesitamos para llevar una vida plena, ni para que nos quieran…
¿O sí?
…..
Esta canción de Oasis forma parte de la banda sonora de una película (The Butterfly Effect) en la que el protagonista intenta una y otra vez hacer que su vida sea perfecta...
Aquí, uno que no es perfecto, ni lo intenta.
ResponderEliminarAcaso la imagen que nos queda de la Venus de Milo es perfecta. Y acaso ¿no es bella?. ¿No es una completa hermosura una sinfonía incabada?
Ay! de aquel que encuentre la perfección en vida. Se habrá acabado como persona. Y eso debe de doler.
Busquemos el bien de los demás, como tu haces en tu profesión, seguro que reporta sinsabores; pero seguro, tambi´ne, que genera inmesas satisfecciones. Eso es un camino de "completitud" de sentirse realizados como personas.
La búsqueda de la realización personal, no la del moldeo a imagen de no se sabe muy bien qué modelo, debe ser uno de los ejes de nuestras vidas.
Gracias.
Maravillosa entrada María José, y muy apropiada para estos tiempos en los que exigimos y nos exigimos tanto.
ResponderEliminarPara ver hay que saber mirar. Y ser generosos. La búsqueda de la perfección es un camino antipático de recorrer, sobre todo porque al final, aunque nos espere algo sin tacha, lo disfrutaremos en la más cruel de las soledades.
Gracias por el post.
Como he leido hoy, hemos olvidado que la Vida es un regalo. Mi creencia es que lo único que se nos pidió es que fuésemos felices .... también lo hemos olvidado ....
ResponderEliminar¿Qué es la perfección? .... la Vida es perfecta a cada instante .... solo hay que pararse a "mirar" ....
En ocasiones deseamos ser perfectos, nos obsesionamos o nos obsesionan con la idea y lo intentamos sólo para ser merecedores de la atención de otras personas.
ResponderEliminarGracias a ti por pasaros a comentar.
La felicidad en la vida, al igual que la perfección en este texto, no debe ser entendida como un objetivo a cumplir, sino la aspiración a la misma, consciente de la reinante imperfección. La esencia propia del camino y no su final o una 'muy rectificada' parte del mismo, sino él en sí mismo.
ResponderEliminarEN el cristal que hay entre mi cocina y el comedor apunto frases inspiradoras que no quiero olvidar.
ResponderEliminarUna de las que allí lucen últimamente es:
"Recuerda que el plan no era ser perfecta, el plan era ser feliz"
:-)
La perfección sólo existe en un mundo ideal y estable, pero resulta que vivimos en un mundo real e inestable. La felicidad está en los términos medios, en lo prudente, no en los extremos, y menos en un extremo inalcanzable. Según J.A. Marina, la felicidad es un estado limitado en el tiempo, en el que se mezcla una sensación de satisfacción y plenitud con la sensación de que no echas en falta nada fundamental. Enseñar a otros, o que alguien trate de enseñarnos que nuestro objetivo en la vida es ser perfectos, es como pedir que se renuncie a ser feliz.
ResponderEliminarEsto me recuerda una conversación que tuve hace algunos años con un estudioso de las religiones, judío. Me comentó que en los textos originales de la Biblia, la palabra pecado no existía. La palabra que se usaba era "equivocación". La traducción a pecado con sus connotaciones era interesada. Pero también me dijo, que la palabra pecado con toda su crudeza, solo aparece referida a "el pecado de no buscar la felicidad"..... ¿Verdad que, visto así, cambia mucho la película?