domingo, 8 de julio de 2012

SABER ESCUCHAR


No se por qué me gusta escribir en la cocina. Es curioso. Las cosas que hay en ella me resultan entrañables, las quiero. Cuando estoy aquí todo regresa a su estado inicial y algo indefinido vuelve a mi.

Es difícil olvidar estas sensaciones, como si vibraran todas las neuronas de mi cabeza… Aquí se produce el sencillo milagro de la harina y la levadura. Esa mezcla cobra vida en un proceso lento y casi sensual que se desarrolla escondida bajo paños impolutos… La masa se va hinchando, se mueve, puedes verla palpitar. Y yo desde la mesa, junto al ventanal escribo mientras espero para hacer la pizza…

……
¿Has tenido alguna vez la sensación de que cada gota de energía de tu cuerpo es extraída?

Como si cada persona con la que te relacionas enchufase un USB en ti con sus demandas y necesidades, usándote como fuente de alimentación. Bajando de tu disco duro más y más, sin “uploads.” No creo que lo hagan a propósito, simplemente hay personas que te necesitan y aunque es bueno sentirse necesitado, intentar ayudar puede ser extenuante.

Creo que la forma más sencilla de conectar con otra persona, de ayudarla, es escuchar, simplemente escuchar… Lo más valioso que podemos darle, es nuestra atención.

Aunque parezca inimaginable, hubo un tiempo anterior a la tele y a Internet. Yo crecí jugando a casitas con muñecas y leyendo todo lo que caía en mis manos. Como la literatura, saber escuchar es casi una vocación, cuyo principal requisito es tiempo libre para el alma.

Después de muchos años, he aprendido que cuando alguien te habla, no hay necesidad de hacer ni de decir nada, sólo prestar atención. Aunque no lleguemos a comprender que quieren decirnos, es mejor no interrumpir, dejar que continúen, que se desahoguen.

Hace meses una paciente que acudió por un problema para el que no teníamos solución, tras contarme toda su vida, llena de acontecimientos desgraciados, aislamiento, incomprensión… me dijo que estaba contenta y agradecida porque yo me había limitado a escucharla, sin interrumpirla, sin intentar ponerle como ejemplo mi propia experiencia, sin juzgarla…

Según ella las personas no sabían escucharla, siempre la interrumpían para terminar contándole su propia vida, con la excusa de que algo muy parecido les había ocurrido a ellos o a alguien conocido.

Cuando interrumpimos a una persona para explicarle que la comprendemos, lo que hacemos es desplazar el foco de atención sobre nosotros mismos. Esto que parece tan simple es algo que me ha costado gran parte de mi vida comprender.

Desde niños nos enseñan que si permanecemos callados es porque no sabemos qué decir o porque somos demasiado tímidos para hablar… Pero un respetuoso silencio ante las palabras de dolor de otra persona tienen mucho más poder que el discurso mejor intencionado.


4 comentarios:

  1. comparto lo que sientes, ese simil del USB es perfecto: ciertamente muchas personas (enfermas o no) solo requieren nuestra cercania, pero cercania activa,una cancha (ESCUCHAR) donde vierten sus problemas o sus dolores. Si la escucha al otro es activa(sincera) eso gasta al que escucha, porque llega un momento en que comprendes o incluso te identificas con ese ser roto y confuso,que te ha buscado.
    He visto tu nuevo look en twitter: me gusta mucho.
    herrerillo, twitter

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    1. Empiezas escuchando y pensando en qué contestarle, en cómo ayudar, pero luego te vas dando cuenta de que no es eso lo que pide. Entonces te relajas y simplemente dejas que te envuelva con su historia.
      Por cierto, en TW hay una foto "de perfil." :-)

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  2. Como siempre, me encanta leerte, estoy de acuerdo con todo lo que escribes. Creo que una persona te demuestra que le interesas tú y lo que dices si te escucha cuando le hablas, ya sea en la consulta, en la calle o en tu casa.
    Un beso.

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