viernes, 3 de agosto de 2012

MENTALIDAD ABIERTA. OPEN-MINDED


“¿Concepto de “mente abierta”? Lo definiría como un estado óptimo de equilibrio entre la asertividad y la empatía.”

“People are very open-minded about new things - as long as they're exactly like the old ones.Charles Kettering
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Escribo estas líneas con una taza de te verde sobre la mesa, uno de esos que se usan en las ceremonias tradicionales chinas, y disfruto de la tranquilidad del amanecer. Este simple acto es una forma de meditación para mi, un camino hacia la tranquilidad, así saboreo la vida, a través del aroma que desprende el te y de su suave color. Es casi todo agua, con una ligera esencia de las hojas que flotan en ella, tan leve que tienes que prestar atención para descubrirla.

Me siento, respiro, escribo… Después le doy un sorbo. El primer sorbo siempre es una revelación… Y repito todo el ciclo de nuevo…

La vida moderna tiende a ser apresurada, nos movemos de una cita a otra, de un mail a otro, hasta que nuestros días se van haciendo monótonos, indefinidos… Encuentro estos momentos del amanecer, este ritual del te, imprescindibles para volver al ritmo natural de la vida.

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Siempre he intentado ser una persona de mente abierta. La clase de persona que acepta a los demás por lo que son sin juzgarlos, sin prejuicios ni ideas preconcebidas. Lo he hablado tantas veces conmigo, que la niña mala que llevo dentro se ha llevado alguna reprimenda de mi otro yo, si alguna vez la ha pillado haciendo lo contrario.

He comprendido que eso mismo es lo que quiero ser como médico, aunque se que sólo soy un ser humano con todas sus imperfecciones…

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Una mañana, hace ya algunos años, llegué al hospital de buen humor, el tema de la sesión era interesante, después tenía consulta y entre una y otra había tiempo para un café rápido con los compañeros.

La enfermera estaba liada con el ordenador, la dichosa base de datos se colgaba cada dos por tres, así que cogí la lista de pacientes y me dirigí a la puerta para llamar al primero. Le eché un vistazo por encima y me pareció que había un error. El primer paciente citado, tenía un nombre muy Femenino, pero en la misma línea, ponía sexo Masculino. Mi idea de que había un error en aquel papel, se confirmó cuando la persona que se levantó y se dirigió hacia mí, resultó ser una mujer espectacular que recorrió el pasillo contoneándose con elegancia, como si de una alfombra roja se tratase.

Cuando estuvo más cerca, instintivamente la miré, para ver si tenía restos de vello facial o si sus pechos resultaban artificiales. Sólo se me ocurrió decirle: “¿Es usted X?” “Sí, yo soy esa.” Lo dijo con una voz algo ronca, pero perfectamente femenina, al igual que el resto de su persona. No pude evitar fijarme en sus gestos mientras entraba delante de mi y ocupaba la silla destinada al paciente.

Puede que fueran imaginaciones mías, pero sus movimientos eran “excesivamente femeninos.” La forma de retirar su pelo para asegurar el bolso en el hombro derecho… Parecían tan estudiados, tan deliberados… pero a la vez tan naturales…

O puede que no…

A la mayoría de las mujeres no nos juzgan por cómo nos quitamos el pelo de la cara, o cómo nos colgamos el bolso, o comprobamos el maquillaje en un espejito y pensé que aquella mujer que cruzaba las piernas de forma tan sensual al sentarse, seguramente estaría sometida diariamente a ese escrutinio. En ese momento mi yo niña-buena me regañó por estar juzgándola y no tener una mente abierta, así que hice un esfuerzo por centrarme en la consulta, haciendo hincapié en resaltar los pronombres femeninos al dirigirme a ella.

Todo en ella, sus palabras, su tono de voz, sus gestos al hablar decían que estaba muy satisfecha consigo misma. De hecho pensé que era la persona más satisfecha de ser como era que jamás había conocido. Me impresionó.

Le pregunté qué la traía por la consulta y ella parpadeó varias veces antes de contestarme. “Información sobre un tratamiento de estética.” Me respondió colocando delicadamente las manos sobre su regazo. Yo quería saber qué problemas tenía, qué medicaciones tomaba y ella se resistió al principio, pero cuando comprendió que era necesario sacó de su bolso una pequeña libreta donde los tenía anotados. “Esta es mi medicación.”

Como había sospechado hasta entonces, eran hormonas feminizantes. Yo no estaba acostumbrada a manejar ese tipo de fármacos, me parecía que esas dosis eran muy altas, y se lo hice saber. Allí estaba yo, sentada delante de ella, intentando ser agradable y neutral a la vez. Yo sólo pensaba en el riesgo de trombosis de aquellas dosis de antiadrógenos y estrógenos, y de los posibles tumores. Lo único que me venía a la cabeza, era si aquello merecía la pena.

Entonces me miró y habló con condescendencia y cierto sarcasmo. “Estoy acostumbrada a ESTO, a que consideren mi vida, mi situación como un problema. Algo que se sale de las guías de practica clínica. No se por qué no intentan ponerse en mi lugar, ser más abiertos de mente y no sentirse incómodos. Esta es mi vida, esto es lo que soy y estas son las medicinas que me han salvado de una vida miserable. ¿Acaso no existen riesgos con otros muchos tratamientos que manejan a diario con otro tipo de pacientes?...”

Sus palabras dolían, y dolían porque eran ciertas…

“Se que es duro,” continuó. “Esto me ha hecho fuerte, una luchadora, he aprendido a vivir mi verdadera vida y a no pedir disculpas por lo que soy.”

……
Me di cuenta de que no existen personas con una mente tan “abierta” como yo creía. O al menos, sus acciones no son siempre congruentes con esa forma de pensar.

¿Y cuáles deberían ser las acciones de una persona así? ¿Consiste en ser totalmente empática? Al menos como médico debería ser así. Yo creía que lo era, pero alguien me hizo ver que aun tenía mucho camino por recorrer.


3 comentarios:

  1. A veces es complicado .... muy complicado ....

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  2. Por lo que escribes no creo que te quede mucho camino por recorrer en lo que a "ser una persona abierta" se refiere. Supongo que un médico de preocuparse, valorar e informar al paciente del riesgo de la medicación que toma, independientemente de su identidad de género.

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  3. Aunque nos consideremos muy open-minded, nunca será lo suficiente si hacemos una valoración puramente clínica del paciente que tenemos enfrente.

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