domingo, 16 de diciembre de 2012

DERMATOSIS FACTICIA


Aquel día comenzó siendo un día mas, los papeles estaban sobre la mesa, delante de mi. Las preguntas agolpadas en mi cabeza, pugnaban por salir, yo intentaba darles un orden.

No tenía idea de qué ibas, era la segunda vez que te veía, y no acababa de comprender como alguien tan joven hacía aquello.

“¿Es eso lo que deseas?” Te lo pregunté mientras leía el formulario que tenía delante “¿Quieres ser declarada incapaz?” Lo dije así por si no habías entendido lo que decía allí.

Habías entrado caminando a la consulta, paso a paso, sin rastro de cojera o dificultad. Tenías un cuerpo delgado, pero no en exceso, bien cuidado. En apariencia saludable. Sólo un vendaje en el antebrazo derecho asomaba por la manga de tu jersey.

Contestaste a todas mis preguntas iniciales sin dudar, sin fugas de ideas, con lógica… Parecías exactamente lo que eras una joven sana con una, en apariencia, larga vida por delante que quería ser declarada… ¿Incapaz?

De nuevo releí toda tu historia.

“Tengo enfermedades que no me dejan trabajar.” Dijiste esas palabras con total naturalidad.

Apoyé la barbilla en la palma de mi mano, el codo sobre el escritorio, y esperé a ver qué más tenías que decir, porque tu historia todavía no sonaba como una historia completa. Ibas a tener que dar más que eso.

“¿Cómo te hiciste eso?”

“Estaba limpiando con lejía y usaba guantes, pero entró algo del liquido y no me dí cuenta hasta que me los quité.”

“Yo estoy confundida, no acabo de comprender como sigue sin cicatrizar después de casi tres meses.” Te respondí, mirándote directamente a los ojos.

“Me curan cada día, de lunes a viernes, pero esta quemadura no mejora…”

Asentí con la cabeza y miré la pantalla del ordenador, con la tentación de revisar tu expediente completo en ese mismo momento, me detuve y decidí esperar.

“¿Y los fines de semana no te curas tu misma?”

Fue una pregunta intencionada que te puso en tensión, casi agresiva. Y pude oler el alcohol en tu respiración y a través de tu piel. Eran sólo las nueve y no había duda, habías bebido.

“Pues, no se… hay días que sí, que me curo yo, no se… es que mi vida últimamente es un desastre…” Y seguiste contando… el tipo de cosas que, sin algún tipo de intervención, se repiten una y otra vez… situación familiar desastrosa, alcohol, malos tratos, más alcohol…

Yo no dejaba de mirar el dorso de tu antebrazo y de tu muñeca, cubiertos por una cicatriz hipertrófica, retráctil, sobre la que continuaban apareciendo cada día heridas exudativas que no cerraban a pesar de los antibióticos, las curas diarias… sólo en esa zona, lineales… y pensaba en los cultivos positivos para E. Coli…

“¿Bebes?”

“Lo normal.”

“¿Qué es “lo normal” para ti?”

“Pues... unas cervezas con la comida y alguna copa si salgo esa noche…”

“¿Has pensado alguna vez en acudir a la Unidad de Salud Mental?"

"No. Esta mierda está en mi sangre, me viene de familia. No hay ningún consejero o psiquiatra que pueda ayudarme a deshacerme de mi vida."

“Pues ¿sabes? Creo que son los que mejor lo hacen.”

Para entonces la postura de tu espalda no era tan erguida, tus manos se sujetaban a los lados de la silla y tu mirada de ojos vidriosos, andaba perdida. Seguimos hablando de tus padres, del ambiente donde creciste. Me dijiste que antes eras fuerte…

Yo sabía que no se podía volver a meter todo de nuevo en la caja de Pandora una vez que la habíamos abierto, como juguetes esparcidos por la habitación después que los niños terminan de jugar…

Esto pasó hace meses, tal vez años, pero me sigo acordando de ti.
..........
¿Entiendes ahora porqué decidimos ingresarte?, ¿porqué escribíamos la fecha y firmábamos el vendaje tras cada cura?

¿Sabes lo que es una Dermatosis Facticia?


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