Estos días, la ciudad vista desde lejos… al atardecer… es un pastel de neón. Frente
a ella, una se siente liliputiense.
Y aunque al recorrerla, veas edificios que
envejecen mal, con restos de oxido de los balcones que caen por las fachadas
como el maquillaje que se corre tras las lagrimas, y toldos que se marchitan
con los últimos rayos de sol… todo parece grandioso, romántico, casi insolente…
Es Navidad.
Así estaba yo aquella tarde, atrapada entre
escaparates, espejos, maniquíes imposibles… luchando con la Navidad.
¿Por qué me castigo de esta manera? No es por los
saldos. No suelo encontrar casi nunca nada que merezca la pena. Siempre llego
dos minutos tarde… Es por ellos, por la ilusión que les hace a los niños… Sus
ojos son tan vivos cuando ríen, cuando escuchan, cuando hacen preguntas… Me
envuelven en luz. Poseen el arte de la felicidad.
Fue entonces cuando sonó el teléfono. La voz de tu
madre parecía preocupada. Quería que fuese a verte. Te había operado esa misma
mañana de un carcinoma basocelular. Había aparecido sobre un Nevus Sebáceo
congénito en la piel de tu cabeza.
“¿Qué es
esto que tengo cerca de la frente?”
me preguntaste la primera vez que nos vimos.
“Es un
nevus sebáceo de Jadassohn, es un hamartoma. Para que lo entiendas, una
proliferación de células que está ahí desde que naciste. Esas células que lo
componen pueden diferenciarse hacia otras, como sebáceas, triquilemales o
apocrinas. Normalmente es una lesión única, bien definida y casi siempre
localizada en la piel de la cabeza, como en tu caso, otras veces en la cara.
Su evolución natural se divide en tres etapas, la primera durante la
infancia, la segunda en la adolescencia y la tercera, que se caracteriza por la
aparición de tumores, es más tardía y muy rara en tu edad.
Estos tumores pueden ser benignos (el más frecuente el
siringocistoadenoma papilífero) o malignos, sobre todo el carcinoma
basocelular.
La asociación con tumores malignos es muy rara en la edad pediátrica y
hace que algunos autores consideren al nevo sebáceo de Jadassohn una lesión
premaligna. Eso es porque se publicaron muchos artículos en los que los nevus
sebáceos habían desarrollado carcinoma basocelulares, hasta en un 50%. Sin embargo,
muchos eran en realidad tricoblastomas que son, al microscopio, parecidos al
carcinoma basocelular.
Por otro lado, también se cree que la frecuencia del nevus sebáceo de
Jadassohn asociado con carcinoma basocelular ha disminuido, en parte, por la
extirpación temprana de estos nevus, por razones estéticas.
Otros tumores malignos asociadas con el nevo sebáceo de Jadassohn son:
carcinoma espinocelular, carcinoma sebáceo, leiomiosarcoma, melanoma maligno y
porocarcinoma ecrino…”
……………………..
Al
regresar a casa tras la cirugía el apósito que cubría la herida se había
manchado de sangre lo que preocupó a tus padres. Lo retiré para revisarla y
quisiste mirarte en un espejo.
“¡Dios mío! ¡Dios mío!” No
dejabas de murmurar con los ojos encendidos de cólera.
“¿Por qué me habéis rapado el pelo? Esto es el
fin del mundo."
“Sólo ha sido un poco y volverá a crecer. Así la
cicatriz queda oculta entre el pelo cuando crezca y no se verá. Mientras puedes
dejarte flequillo.”
El rayo de furia volvió a tus ojos. “No. Prefiero una cicatriz en la cara antes
que llevar flequillo. Tu no lo entiendes. El flequillo no me queda bien…”
Levanté las cejas. Miré tu expresión e intenté que
tus hombros se relajaran un poco, aligerar tu tensión.
Te comprendo, se que muchas veces, el reflejo que
devuelven los escaparates al pasar, hacen que te veas demasiado pálida,
demasiado gorda, demasiado tonta… Hacen que quieras tener el pelo de otra, los
labios de otra, la elegancia de otra, la desenvoltura de otra… A mi también me
pasa.
Otorgamos a esas figuras inanimadas todas las
cualidades… y al mirarlas temblamos, nos volvemos torpes… entonces, decidimos
deslizarnos, pasar desapercibidas. Pero luego, tras un instante de
exasperación, nos recomponemos… nos instalamos en nuestro cuerpo… de nuevo en
la vida real.
Y es que la felicidad, es como un amante difícil,
siempre esperando encontrarlo a la vuelta de cada esquina, siempre con sonrisas
prometedoras y astutas. O al menos eso parece hasta que te das cuenta de que...
la felicidad no proviene de un estado, sino de un cambio de estado. No viene
con el premio conseguido, sino que nos alcanza durante la búsqueda. Es un
viaje, no un destino.
Y una vez que conseguimos nuestro objetivo, la
satisfacción se va degradando rápidamente hasta que comenzamos una nueva
búsqueda.
ASÍ QUE… NO SE ACABÓ EL MUNDO
No hay comentarios:
Publicar un comentario