domingo, 23 de diciembre de 2012

UN NEVUS Y EL FIN DEL MUNDO


Estos días, la ciudad vista desde lejos…  al atardecer… es un pastel de neón. Frente a ella, una se siente liliputiense.

Y aunque al recorrerla, veas edificios que envejecen mal, con restos de oxido de los balcones que caen por las fachadas como el maquillaje que se corre tras las lagrimas, y toldos que se marchitan con los últimos rayos de sol… todo parece grandioso, romántico, casi insolente… Es Navidad.

Así estaba yo aquella tarde, atrapada entre escaparates, espejos, maniquíes imposibles… luchando con la Navidad.

¿Por qué me castigo de esta manera? No es por los saldos. No suelo encontrar casi nunca nada que merezca la pena. Siempre llego dos minutos tarde… Es por ellos, por la ilusión que les hace a los niños… Sus ojos son tan vivos cuando ríen, cuando escuchan, cuando hacen preguntas… Me envuelven en luz. Poseen el arte de la felicidad.

Fue entonces cuando sonó el teléfono. La voz de tu madre parecía preocupada. Quería que fuese a verte. Te había operado esa misma mañana de un carcinoma basocelular. Había aparecido sobre un Nevus Sebáceo congénito en la piel de tu cabeza.

“¿Qué es esto que tengo cerca de la frente?” me preguntaste la primera vez que nos vimos.

“Es un nevus sebáceo de Jadassohn, es un hamartoma. Para que lo entiendas, una proliferación de células que está ahí desde que naciste. Esas células que lo componen pueden diferenciarse hacia otras, como sebáceas, triquilemales o apocrinas. Normalmente es una lesión única, bien definida y casi siempre localizada en la piel de la cabeza, como en tu caso, otras veces en la cara.

Su evolución natural se divide en tres etapas, la primera durante la infancia, la segunda en la adolescencia y la tercera, que se caracteriza por la aparición de tumores, es más tardía y muy rara en tu edad.

Estos tumores pueden ser benignos (el más frecuente el siringocistoadenoma papilífero) o malignos, sobre todo el carcinoma basocelular.

La asociación con tumores malignos es muy rara en la edad pediátrica y hace que algunos autores consideren al nevo sebáceo de Jadassohn una lesión premaligna. Eso es porque se publicaron muchos artículos en los que los nevus sebáceos habían desarrollado carcinoma basocelulares, hasta en un 50%. Sin embargo, muchos eran en realidad tricoblastomas que son, al microscopio, parecidos al carcinoma basocelular.

Por otro lado, también se cree que la frecuencia del nevus sebáceo de Jadassohn asociado con carcinoma basocelular ha disminuido, en parte, por la extirpación temprana de estos nevus, por razones estéticas.

Otros tumores malignos asociadas con el nevo sebáceo de Jadassohn son: carcinoma espinocelular, carcinoma sebáceo, leiomiosarcoma, melanoma maligno y porocarcinoma ecrino…”

……………………..
Al regresar a casa tras la cirugía el apósito que cubría la herida se había manchado de sangre lo que preocupó a tus padres. Lo retiré para revisarla y quisiste mirarte en un espejo.

“¡Dios mío! ¡Dios mío!” No dejabas de murmurar con los ojos encendidos de cólera.

“¿Por qué me habéis rapado el pelo? Esto es el fin del mundo."

“Sólo ha sido un poco y volverá a crecer. Así la cicatriz queda oculta entre el pelo cuando crezca y no se verá. Mientras puedes dejarte flequillo.”

El rayo de furia volvió a tus ojos. “No. Prefiero una cicatriz en la cara antes que llevar flequillo. Tu no lo entiendes. El flequillo no me queda bien…”

Levanté las cejas. Miré tu expresión e intenté que tus hombros se relajaran un poco, aligerar tu tensión.

Te comprendo, se que muchas veces, el reflejo que devuelven los escaparates al pasar, hacen que te veas demasiado pálida, demasiado gorda, demasiado tonta… Hacen que quieras tener el pelo de otra, los labios de otra, la elegancia de otra, la desenvoltura de otra… A mi también me pasa.

Otorgamos a esas figuras inanimadas todas las cualidades… y al mirarlas temblamos, nos volvemos torpes… entonces, decidimos deslizarnos, pasar desapercibidas. Pero luego, tras un instante de exasperación, nos recomponemos… nos instalamos en nuestro cuerpo… de nuevo en la vida real.

Y es que la felicidad, es como un amante difícil, siempre esperando encontrarlo a la vuelta de cada esquina, siempre con sonrisas prometedoras y astutas. O al menos eso parece hasta que te das cuenta de que... la felicidad no proviene de un estado, sino de un cambio de estado. No viene con el premio conseguido, sino que nos alcanza durante la búsqueda. Es un viaje, no un destino.

Y una vez que conseguimos nuestro objetivo, la satisfacción se va degradando rápidamente hasta que comenzamos una nueva búsqueda.

ASÍ QUE… NO SE ACABÓ EL MUNDO

No hay comentarios:

Publicar un comentario