En mis esfuerzos por dar sentido a la imagen de mi
mente, la idea va llegando gradualmente… Es una historia que nunca dejaré de
contar porque me parece que tiene mucho que enseñar…
Ese día hablaba con una paciente y su acompañante. La
conversación con ella era fácil, fluida, como nos gusta a los médicos que sean
las charlas con nuestros pacientes. Su presión arterial estaba algo elevada,
probablemente descontrolada por el tratamiento que tomaba para la psoriasis.
Sin saber como, me encontré escuchando, con una
mezcla de admiración y asombro, lo que el familiar tenía que decirme mientras
desdoblaba un historial médico frente a mí, como si fuera una servilleta de
lino.
“…está en la segunda etapa de la hipertensión
esencial. Ahora mismo toma un diurético tiazídico. Si sigue alta, habrá que
añadir un bloqueador del canal de calcio.”
Me dio una explicación clara de las opciones de
tratamiento. Citando incluso ensayos clínicos de siglas impronunciables que
deletreaba para que yo lo comprendiera. Proporcionándome pruebas de porqué cada
combinación de medicamentos era o no la mejor para su familiar.
“Pero… ¿Se esta tomando bien todas sus medicinas?”
Pregunté cuando terminó.
El acompañante me aseguró algo enfadado, que por
supuesto, que se estaba tomando la medicación, que caminaba una hora diaria y que
cuidaba su alimentación evitando el consumo de sal. Que era una mujer cuidadosa
y estricta, y que, tal vez, sería necesario añadir una tercera medicina
antihipertensiva o reducir la dosis del fármaco para la psoriasis.
Tengo que admitir que había memorizado más evidencia
medica de la que yo soy capaz, y me lo explicaba con frases como: “…se
administró el medicamento a 3100 varones al azar frente a placebo…” Yo normalmente,
sólo me fijo en el impacto final que un estudio puede tener para el tratamiento
de los pacientes.
Fue entonces cuando de nuevo me centré en la paciente,
y nos sumergimos en esa charla fácil de domingo por la mañana. Parecía muy
sensibilizada por todas las cosas que estábamos diciendo. Como muchos
pacientes, traía sus cajas de medicamentos en una bolsa de plástico, yo le dí
las gracias por ello y le pregunté si le importaba enseñármelas otra vez.
Él tenía razón. Esta mujer parecía tener todo controlado.
El pelo gris recogido en un moño apretado. El lápiz labial cuidadosamente
aplicado. Y una blusa con volantes dispuestos ordenadamente a lo largo de la
parte delantera.
Me dediqué durante un rato a calcular la cantidad de
pastillas que se había tomado desde que se hicieron las recetas y cuando
terminé, le pregunté de nuevo: “¿Alguna vez se ha olvidado de tomar las
pastillas? Le insisto porque esta caja debería haberse terminado hace un mes.
¿Seguro que siempre lo recuerda?”
Ella bajó la cabeza y suspiró. "Creo que me olvido... Muchas veces...”
La miré a ella y luego a su acompañante. Comprobamos
todas las cajas y descubrimos que tomaba las medicinas cuando ella creía que
las necesitaba. Cuando le dolía la cabeza, cuando le picaba más la piel, cuando
se miraba al espejo para ver si tenía la lengua sucia…
Había muchas cosas que
no entendía acerca de sus problemas de salud. Algún tiempo después, se hizo
evidente que empezaba a tener serios problemas cognitivos…
Un blog muy interesante. Es una pena que mi espanol no es mejor... ;-)
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