sábado, 2 de febrero de 2013

LAS OLAS



Esta semana te he extrañado en oleadas. Las olas de añoranza llegaban lamiendo mis tobillos y dejaban espuma fluorescente como esmalte sobre las uñas de mis pies.

Todo estaba en calma, casi monótono…

Y de pronto llegaron olas grandes, una terrible marejada y aparecieron las banderas rojas en la playa, de esas que emocionan a los surfistas.

Esta semana tenia tantas cosas que contarte, tantas dudas que preguntarte, tantos consejos que recibir de ti. Necesitaba tu influencia. Ver desde tu punto de vista.

Tu visión.

Tu estímulo.

Si, he necesitado desesperadamente de ti. Más que de ninguna otra persona.
No me ha sucedido una catástrofe. No. Han sido pequeñas cosas del día a día que se iban agolpando, empujando… Y he llegado a temer que derribaran mi muro.

El tipo de cosas que discutíamos en la mesa de la cocina frente a una taza humeante y que luego íbamos rematando con mensajes de texto que se prolongaban hasta la madrugada sin apenas darnos cuenta.

Quería tu perspectiva. Sólo la tuya. Hice un esfuerzo por buscarla dentro de mi, sabía que la habías dejado por allí. Impresa.

Así que tuve que escarbar en mi corazón. Pero cada vez que lo hacía, sentía crecer la marea.

Más y más alta.

Mojando mis pies primero. Creciendo, creciendo. Amenazando con engullirme, asfixiándome.

Pero me levanté, y me sacudí la arena de encima. Sí, me levanté.

Lo hice como siempre me decías que lo hiciera.

Sí que lo hice. Le planté cara. Miré al horizonte. Los hombros hacia atrás. El corazón amenazando con salirse del pecho. Pero con la confianza, la seguridad que habías dejado en mí.

Estoy preparada para sentir la ola que viene ahora. Es poderosa, intimidante...

Pero... esta vez no voy a ser derribada.

Recuerda, no estás sola, eres diferente… Oigo claramente tu voz.

Espero esa ola de pie, con las manos extendidas para mantener el equilibrio. Mi corazón sigue latiendo salvajemente.

El aire y el agua salada golpeando mi cara. Ya cabalgo sobre esas olas sin miedo.

Y ¿sabes? Ahora más que nunca esas olas forman parte de mi vida. Las que besan mis pies y las que intentan arrastrarme con la resaca…





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