jueves, 15 de agosto de 2013

RELATO PROGRAMADO DE VERANO


“La sencillez es la máxima sofisticación.” o “La simplicidad es la mayor de las sofisticaciones.” La cita varía en función de a quién se le atribuya.

Me gusta el amanecer porque trae un nuevo día y me gusta porque cada nuevo día trae esperanzas…

Esta mañana no sabía cómo habían llegado esos pensamientos a mi mente, hasta que me di cuenta de que era el aroma a eucalipto…

“¡Vapor de eucalipto! Como el que hervían a diario en la cocina de aquella casona. Hace tantos años de eso…”

Fue entonces cuando miré el papel que colgaba de un débil hilo a un lado de la humeante taza: “Tomillo, eucalipto, romero, menta…” Impresas en aquel diminuto cuadrado estaban aquellas palabras tan aromáticas.

Lo que allí estaba escrito era una maravillosa superposición de lo viejo y lo nuevo, y una agradable forma de empezar el día.

Siempre me ha sorprendido la habilidad de los aromas para arrojar luz sobre lugares pasados, de forma que uno tiene la sensación de contemplarlos por primera vez.

Me vi de nuevo en aquella casona del norte, sentada junto a la biblioteca y pensé: “He reunido a lo largo de los años un buen número de libros, la mayoría debido a mi trabajo, algunos más por sentido del deber que por verdadero interés… y ahora tengo que deshacerme de ellos…” Noté una punzada en el estómago.

“Ya se pasará. El día es demasiado bonito como para perder un solo minuto pensando en eso.” Levanté la vista a través de la espaciosa ventana lateral. Hacia el cielo. Ninguna nube rompía el color azul intenso... Ese vacío que algunos podrían confundir con una simple “nada” estaba, de hecho, repleto de infinitas posibilidades.

Este día ha empezado de una forma simple, hermoso. Me atrevería a decir que equilibrado. No le faltaba nada ni contenía nada superfluo. Cada detalle estaba dispuesto de la forma más eficiente y elegante posible…

Sentada en la mesa de mi cocina. Muy temprano. El aroma del eucalipto me ha hecho reflexionar sobre las cosas que más me gustan.

Y es que, cuando sólo vives a través de situaciones negativas, te ahogas en ellas. Por el contrario, cuando consigues focalizar en las cosas buenas que te rodean, parece que ocupan un lugar central.

Tan simple como eso.

Me gustan las mañanas justo tras el amanecer. La casa está en silencio. La gente corre o pasea a sus perros junto al mar a esas horas. Muchas veces me uno a ellos. Me gusta cómo me siento después de correr. Me siento fuerte. Como si pudiera hacer cualquier cosa.
Casi siempre llego en mi caminata hasta este lugar de la foto… siento que puedo tocar el siguiente pueblo con la mano...



Hoy simplemente me he sentado en la mesa de la cocina y los he mirado a través de la ventana, perdida en mis propios pensamientos. Es uno de mis momentos favoritos. Puedo escribir, planear el día, meditar o simplemente estar… Me gusta cocinar, me gusta hablar con mis hijos, me gusta recibir visitas y que la casa se llene de carreras, juegos y risas. Y me gusta contestar correos de mis pacientes aunque esté de vacaciones…

Me gusta mi trabajo.

Así que esta mañana he dedicado un rato a contestar el correo de una señora de casi ochenta años que debido a su obesidad mórbida apenas puede andar y por eso la mayoría de las veces me escribe o me llama, en lugar de acudir a la consulta. Ha descubierto un mundo nuevo en Internet y no sólo me consulta, también me tiene en una lista de contactos a la que envía fotos de paisajes, historias, noticias, chistes…

Lo que le preocupaba hoy era simple. Una placa en la piel de la pierna que le provocaba mucho picor y molestias y por la que yo la he visto en varías ocasiones. Ya le había explicado que todo era debido a su exceso de peso, la mala circulación, sus otras patologías y el estar todo el día sentada. Era un circulo vicioso.

“Ya se que esto no pone mi vida en peligro. Me lo dice mi médico de cabecera y los demás especialistas, que lo peor son mis niveles de colesterol y las demás cosas. Que están en niveles mortales y que debo cambiar mi estilo de vida… También que deben pincharme un ganglio del cuello para ver qué es… Pero todo eso a mi no me importa, a mi lo que me molesta es la pierna, el picor, la sequedad que se va extendiendo al resto del cuerpo y no me deja dormir… Yo creo que a los ochenta años de edad puedo elegir... ¿No?”

Hemos intercambiado algunos correos. Le he preguntado entre otras cosas, cuántas veces se estaba duchando y qué usaba. Me contestó a los pocos minutos, que con tanto calor, se metía en la bañera dos y hasta tres veces al día y se restregaba con jabón casero que le traían del pueblo.

Le expliqué que era excesivo, que una ducha era suficiente y que debía usar un sustituto del jabón (un Syndet) y que lo importante era hidratar bien después, además aproveché para convencerla de que hiciera caso a su medico de cabecera.

Lo que más le molestaba y preocupaba a ella era una “simple piel seca”. Lo que más molestaba y preocupaba a los demás eran sus niveles de colesterol, etc.

Gracias Isabel, por recordarnos a todos que para hacer frente a los problemas que amenazan tu vida, a menudo tenemos que vadear primero a través de las "pequeñas molestias" que amenazan tu calidad de vida.

En esto consiste la alianza terapéutica. En escuchar al paciente. El paciente se siente comprendido, honrado al ser escuchado en sus pequeñas molestias y termina confiando en sus cuidadores.

………
El aroma a eucalipto de esta mañana me ha hecho recordar algo que leí una vez; que la vida es como un campo minado en el que el amor y la amistad son sólo el más bello de los engaños…

Yo sólo creo que aquello en lo que pensamos es aquello en lo que nos convertimos. Y que puede que todo lo que hagas en la vida sea insignificante, pero es importante que lo hagas…

Sí, es importante, porque nadie más lo hará…


3 comentarios:

  1. Tengo una memoria olfativa totalmente fuera de mi control intelectual ... de repente viene un olor y me lleva instantáneamente a otro tiempo, a otro lugar, sin que pueda hacer nada ...

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  2. Me maravilla la simplicidad con que sabes transmitir situaciones y sentimientos subjetivos. Debido precisamente a ser tan subjetivos es que lo encuentro admirable. Es cierto, no sé si será por su naturaleza arcaica pero un olor cualquiera nos transporta a la velocidad de la luz a paisajes que ya ni existen pero que siguen ahí dentro, casi imborrables. Parece mentira la cantidad de teléfonos que puede archivar nuestra memoria, la cantidad de melodías o letras de canciones... y la cantidad de olores.
    Felicidades por tu blog y tus escritos.

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